Jardines de estilo neoclásico, escaleras iluminadas en forma natural, salas de grandes dimensiones, mármoles, madera con dorado a la hoja y gabinetes chinos de laca, son algunos de los sellos franceses que caracterizan al Palacio Bosch, la residencia del embajador de Estados Unidos en Buenos Aires.

Las grandes dimensiones de los salones de baile y de música, de la biblioteca, del comedor principal con capacidad para 30 invitados, y una araña de 2,5 metros de altura, también reflejan las características de la imponente, sólida y sobria arquitectura elegida por Estados Unidos para sus sedes diplomáticas a principios del Siglo XX.

El Palacio Bosch, que tiene casi 4.000 metros cubiertos desarrollados en un predio de 7.000 metros cuadrados, cuenta con una gran superficie verde donde hay un quincho, una huerta y una cancha de tenis donde se destaca un mural con los tenistas Juan Martín del Potro y Andre Agassi.

Durante una visita guiada al Palacio Bosch, comprendida en el programa de Embajadas Abiertas del Ente de Turismo porteño, Florencia Sola, guía del ente, señaló que "el espacio, según algunos expertos, está inspirado en un castillo de Normandía construido por Claude Nicolas Ledoux".

"Sin embargo, otros expertos no dudan en afirmar que el Palacio, declarado Monumento Histórico Nacional en 2018, es una recreación casi exacta de las mansiones francesas del siglo XVIII", aclara Sola.

El palacio fue diseñado por el arquitecto francés René Sergent en 1912 y se terminó de construir en 1917, un año antes de su inauguración, mientras que los jardines fueron ideados por paisajista Achille Duchêne y materializados por el paisajista Carlos Thays.

La guía de turismo del Ente afirmó que "desde la fachada se puede percibir el estilo francés de la construcción, algo que queda claro en las alfombras de la recepción, que tienen motivos relacionados con Estados Unidos, Argentina y Francia".

Los mobiliarios, si bien fueron restaurados, mantienen el mismo estilo con el que fueron concebidos y creados por la casa de decoración Carlian, que puso especial énfasis en recrear los ambientes europeos mediante grandes chimeneas, paredes de piedra simil París hechas por artesanos italianos y pisos de roble de eslavonia.

"Las paredes del comedor principal y del salón de música están revestidas de madera con dorados a la hoja para darle mayor luminosidad a los ambientes", aclara Sola.

La construcción de este edificio señorial, que demandó más de cinco años de arduas tareas, fue encargada por el diplomático del gobierno argentino Ernesto Bosch y su esposa, Elisa de Alvear, en 1912.

La mansión fue terminada en 1917, inaugurada en 1918 y adquirida por el gobierno de Estados Unidos en 1929, tres meses antes de la gran crisis del '30.

La guía del Ente de Turismo porteño recordó que "la idea fue del embajador de Estados Unidos, Robert Woods Bliss, quien consideraba que Argentina era un país importante que merecía una residencia permanente".

"Bosch pidió una suma sideral para la época porque no se quería desprender de la mansión, pero la cifra fue aceptada y lo operación pudo concretarse a pesar de las resistencias de Elisa de Alvear, la esposa del diplomático argentino", agregó.

El Palacio Bosch, además de ser la residencia del actual embajador estadounidense, Edward Prado, albergó, en sus visitas a Argentina, a los presidentes estadounidenses Franklin Delano Roosevelt en 1936, Dwight Eisenhower en 1960, George H. W. Bush en 1994 y Barack Obama en 2016. (Télam)