La sombrerera argentina Sol Pardo dice que llegó a su oficio por error, aunque su carrera hacia la cúspide del mundo de la moda estuvo marcada por varias circunstancias determinantes, como las restricciones económicas que regían en Argentina cuando estudiaba, que la llevaron a crear diseños con materiales poco convencionales.

"Lo primero que estudié fue diseño de Vestuario en Espectáculos, y ahí siempre te decían que lo más importante es lo que pasa del cuello para arriba, porque es lo que cuenta el personaje", explica la joven diseñadora argentina que reventó el oficio de sombrerera.

Su siguiente paso fue un curso de "coolhunting" en la escuela FD Moda de Barcelona, donde estudió "la parte sociológica de la moda".

"Me encantaba todo lo que tiene que ver con la comunicación a través de la moda, entendí que no era solo algo superficial sino de expresión", apunta Pardo.

Luego regresó a Buenos Aires y comenzó a estudiar Diseño de Indumentaria en la Universidad de Palermo. "En el segundo desfile que tuvimos que hacer, teníamos que presentar una gorra, y lo que más me preocupó era, obviamente, lo que pasaba en la cabeza. Todas mis compañeras usaban modelos blancas, rubias y yo quise usar una afroamericana, lo cual llamó mucho la atención", cuenta Sol de su etapa de estudiante.

A partir ese momento todo cambió para esta joven que quería ser diferente a las demás.

"La profesora sacó fotos y las publicó y cuando llegué a casa tenía un mensaje de una estilista de Harpers Bazaar que quería la gorra para una producción", recuerda.

Parto relata que luego le pidieron otros sombreros porque pensaban que era sombrerera, y ella los hizo sin decirles que todavía era estudiante.

"Empezaron a llamar de otras revistas, porque me habían dado nombre y glamour. Yo hacía todo lo que me pedían, compraba capelinas, cosas de cotillón en Once y las juntaba y pegaba. Hoy veo esas cosas y me hace mucha gracia", cuenta Pardo.

Entonces un día, Sol recibió un llamado de Laura Noetinger, una de las sombrereras de la reina Máxima Zorreguieta, que quería conocerla, y le preguntó dónde había estudiado.

"Le dije que era autodidacta pero que quería que ella me enseñara", explica.

"Yo empezaba a hacer publicaciones en revistas, y pedí un permiso en la Universidad para hacer mi proyecto y tesis solo en sombreros. Me dijeron que sí pero como condición me pusieron que no podía utilizar ningún material tradicional de la sombrerería", dice Pardo.

Lo cierto es que ya lo hacía porque "en ese momento no se conseguían materiales de sombrerería en Argentina" por el cierre de las importaciones.

"Empecé a usar todo lo que encontraba, desde madera, hasta plástico y metacrilato. Era joven y utilizaba materiales raros", sostiene la diseñadora argentina, quien hoy en día está entre los sombrereros emergentes que hacen una propuesta distinta y llama la atención.

(Télam)