El ataque a los buques Coventry y Argonaut con aviones de 26 años de antiguedad, una proeza

A bordo de aviones A-4 Skyhawk de 26 años de antiguedad, el comodoro Jorge Barrionuevo y el brigadier Vicente Autiero participaron del hundimiento del HMS Coventry y el HMS Argonaut, dos hechos que

Política 30 de abril de 2022 Agencia Télam
(Por Marina Jiménez Conde y Javier Peverelli) A bordo de aviones A-4 Skyhawk de 26 años de antigüedad, el comodoro Jorge Barrionuevo y el brigadier Vicente Autiero participaron del hundimiento del HMS Coventry y el HMS Argonaut, dos hechos que explican por qué la tripulación de los buques británicos "entraba en shock" cuando se acercaban los pilotos argentinos, según reconoció un oficial de la Marina británica al finalizar la guerra.
Tanto Barrionuevo como Autiero, quienes combatieron como parte del Grupo 5 de Caza que tenía su base en Río Gallegos, destacaron que la flota naval de Gran Bretaña perdió muchos buques durante el conflicto bélico por las islas Malvinas y el espacio circundante en el Atlántico Sur.
Ambos repasaron estos episodios con motivo del aniversario del bautismo de fuego que tuvo la Fuerza Aérea Argentina el 1° de mayo de 1982, en el marco de una confrontación bélica con un Estado que, en 1982 y también hoy, era una potencia aeronaval con posesión de armas nucleares.
En el caso del HMS Argonaut, su inutilización se produjo el 21 de mayo de 1982, en una jornada cargada de combates que empezó con el desembarco en la bahía de San Carlos de una veintena de destructores, fragatas y cargueros británicos: era uno de los puntos elegidos por el Reino Unido para el desembarco.
La intención de la Fuerza Aérea, mientras tanto, era evitar el descenso a tierra e impedir la consolidación en una cabecera de playa, para lo cual se prepararon distintas misiones de ataque.
"El piloto de la fragata HMS Argonaut me confesó que todos entraban en shock dentro del buque cuando veían los aviones argentinos A-4 Skyhawk", aseguró a Télam el brigadier Autiero al repasar las consecuencias que dejaron en la flota británica los ataques aéreos de fines de mayo de aquel año.
Aquel 21 de mayo, 20 de los 50 aviones que Argentina le había comprado a Estados Unidos en 1966 -los A4 Skyhawk- tuvieron como objetivo las embarcaciones que navegaban por el estrecho cercano al puerto de San Carlos, en el oeste de la Isla Soledad, un lugar al que los propios británicos bautizaron como Callejón de las Bombas (Bomb Alley, en inglés).
A las 12:30 partió, desde la base aeronaval de Río Grande, una escuadrilla de aviones conformada por el teniente primero Alberto Filippini, el teniente Carlos Osses, el teniente Fernando Robledo, el alférez Rubén Vottero y el entonces teniente Autiero, en aquel momento de 28 años.
Una hora más tarde, los cinco pilotos penetraron por el istmo de Darwin a 900 kilómetros por hora y a 15 metros del agua -para no ser detectados por los radares enemigos- y, al divisar la fragata Argonaut cerca de la costa de San Carlos, la atacaron con sus cañones de 20 milímetros y bombas de casi 500 kilos, que eran -paradójicamente- de origen inglés.
"A pesar de los misiles que nos tiraban, coordinadamente y con mucho profesionalismo terminamos de frente a la fragata Argonaut", detalló Autiero a 40 años de aquel momento.
Si bien ninguna de las dos bombas arrojadas por los aviones argentinos llegaron a estallar, igualmente generaron la explosión del sistema de misiles que el buque llevaba de reserva, provocando dos muertos e importantes daños en el funcionamiento.
"La sacamos de combate y volvimos todos sin ningún problema", comentó el piloto retirado sobre el final de la incursión aérea, que dejó encallada y abandonada a la nave británica en la orilla de San Carlos.
Cuatro días más tarde y 50 kilómetros al noroeste del 'Callejón de las Bombas', tuvo lugar otra de las hazañas de la FAA: el hundimiento del destructor HMS Coventry.
"Sí, las tres, pegaron las tres señor, las vi clarito, eh", le dijo por radio el por entonces alférez Jorge Barrionuevo al capitán Marcos Carballo, luego de haber visto cómo las bombas de su escuadrilla de A4 Skyhawk golpearon en un barco inglés que merodeaba la Isla Borbón, en el norte de la isla Gran Malvina.
"Dos pegan arriba de la línea del agua y una se mete por debajo", detalló a Télam el ahora comodoro Barrionuevo, quien con apenas 23 años fue espectador y protagonista de una de las pérdidas más importantes de la Marina Real británica en un conflicto armado.
A diferencia de otros proyectiles que pueden dispararse desde 30 kilómetros de distancia, como los misiles Exocet, de los que las FFAA argentinas solo contaban con cinco a disposición, las bombas de los A4 Skyhawk debían ser soltadas al pasar a metros de distancia por encima del objetivo y calculando manualmente la dirección del tiro, lo que hacía muy riesgosa la maniobra y poco probable la supervivencia de los pilotos.
"Tiré la bomba y pasé por el humo negro, casi choco las antenas", retrató Barrionuevo una situación quizás comparable con los ataques que realizaban los pilotos kamikaze japoneses durante la Segunda Guerra mundial, quienes estrellaban adrede sus aviones contra objetivos enemigos.
Según la estadística de EEUU para este tipo de misiones, en las que había que aproximarse tanto a un objetivo que disponía de misiles, sólo el 50% de los aviones que participaba de una incursión de este tipo podría regresar a salvo: los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Armada conocían estos estudios históricos.
Sin embargo, al igual que el vuelo de Autiero sobre la bahía San Carlos, la salida de Barrionuevo también fue la excepción a esa regla.
"Cuando regresamos estaba lleno de mecánicos y auxiliares al costado de la pista saludando con banderas y pañuelos, y pensé que era por el 25 de mayo. Vinieron todos a festejar un resultado: el hundimiento del destructor Coventry", recordó el comodoro.
Según distintas fuentes, se estima que 31 naves británicas recibieron impactos de aviones de la Fuerza Aérea y la aviación naval argentina, de las cuales entre seis y ocho fueron hundidas.
Por su parte, el Reino Unido mantiene un secreto de guerra por 99 años desde que finalizó el conflicto.
"Ellos tienen secretos porque nunca en su vida perdieron tantos buques en un conflicto. No pueden creer cómo perdieron tanto", subrayó Barrionuevo.
El estratega militar chino y escritor del libro "El arte de la guerra", Sun Tzu, aconsejó alguna vez: "Si quieres saber cómo te fue en la guerra, pregúntale a tu enemigo".
Se trata de un precepto que, según la antropóloga e investigadora del Conicet Rosana Guber, es usado frecuentemente por militares argentinos para revisar lo ocurrido en Malvinas.

(Télam)
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