A 45 años de la desaparicion de Branca, el empresario que quedo en la mira de Massera

Fernando Branca, empresario papelero y financista, desaparecio hace 45 años tras estar envuelto en una turbulenta trama de intereses con el almirante genocida Emilio Eduardo Massera, quien por esos dias mantenia una relacion

Política 27 de abril de 2022 Agencia Télam
Fernando Branca, empresario papelero y financista, desapareció hace 45 años (el 28 de abril de 1977) tras estar envuelto en una turbulenta trama de intereses con el almirante genocida Emilio Eduardo Massera, quien por esos días mantenía una relación sentimental con Marta Mc Cormack, segunda esposa de este ascendente hombre de negocios que repartía sus días entre Miami, Buenos Aires y Punta del Este.
Branca era un ascendente hombre de negocios dedicado al negocio de la venta mayorista de papel y dueño de campos en el partido bonaerense de Rauch.
Tenía actividades comerciales en Miami, donde viajaba con sus hijos habitualmente y los llenaba de regalos a Victoria y a su hermano, "Lolo".
Casado en segundas nupcias con Mc Cormack, a través de ella se vinculó a Massera en negocios financieros y el almirante gestionó ante el Banco Central un pago de más de un millón de dólares para los campos que Branca tenía en Rauch.
Según testimonios que figuran en la causa que su hija Victoria Branca logró desarchivar en los Tribunales de Comodoro Py, en la semana santa de 1977, en Punta del Este, Branca y Mc Cormack habían discutido fuerte.
Hace dos años, Victoria, que tenía 10 años al momento de la desaparición de su padre, se propuso reconstruir los días finales de sus padres en el libro “¿Qué pasó con mi padre?”, un testimonio sobre los días finales de este empresario, víctimas más emblemáticas del accionar criminal que ejerció el jefe de la Armada durante la dictadura cívico militar.
“Me llevó tiempo animarme a decir lo que pretendía dejar en el anonimato para siempre”, digo en el prólogo de mi libro: ¿Qué pasó con mi padre?, “a darle voz a mi propia alma, estaqueada entre el deseo de liberarme de las garras del dolor de una vez por todas y el temor de ser incomprendida y marginada. Por los míos. Por los cercanos y próximos. Porque los de afuera, los que eran ajenos a esta historia de silencio forzado, me alentaban a que contara, por fin, mi propia versión de los hechos”, señaló Victoria en diálogo con Télam.
El empresario se había jactado de “haber pasado a Massera” con el pago del Banco Central, y Mc Cormack le había dicho a varias personas que estaba dispuesta a revelar este asunto a Massera; “con la mafia no se juega”, le confió la mujer a una de sus amigas.
El último día que se lo vio con vida a Branca fue el 28 de abril de 1977, en el departamento que la pareja compartía en la Avenida Libertador y Ocampo (un lugar frecuentado por Massera), decía que lo seguían y al salir de esa vivienda su rastro se perdió para siempre.
Al mes de su desaparición, y poco después de la primera comunión de Victoria, la madre de Branca se presentó ante la Justicia para tramitar un habeas corpus y no hubo respuestas.
“El pasado no permanece de manera obediente en el pasado, mucho menos si ese pasado contiene rastros de inmenso dolor. La dictadura, en nuestro país, engendró monstruos y liberó las peores miserias de un arcón colectivo de fatalidad. Hubo perpetradores y crímenes perpetrados. La historia se trazó con sangre y una sed de poder bestial. En procesiones invisibles imaginamos dónde hubiéramos querido enterrar a nuestros muertos desaparecidos”, apunta Victoria.
Hasta que en octubre 1981, el dirigente nacionalista Guillermo Patricio Kelly denunció en los tribunales al propio Massera como autor de la desaparición de Branca.
Dos años después, en el final de la dictadura, el juez federal Oscar Salvi resolvió la detención de Massera y el procesamiento de Mc Cormack por homicidio calificado.
Aunque la causa no pudo avanzar para determinar qué sucedió con Branca, el genocida sería juzgado junto a los comandantes por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura y saldría de la cárcel en 1990, merced al indulto concedido por el presidente Carlos Saúl Menem.
“La versión de que mi padre desaparece tras irse a navegar con Massera me la contó Kelly cuando tenía 16 años, y tras analizar el expediente, no creo en esa versión. Mi padre debe haber terminado en la ESMA. Era parte el mecanismo criminal que Massera tenía armado para desaparecer a las personas. ¿Para qué iba a montar algo más sofisticado”, puntualizó Victoria.
(Télam)
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