Sichel, la carta oficialista chilena que se fue desdibujando en la campaña presidencial

Al inicio de la carrera presidencial chilena, el candidato Sebastian Sichel de la coalicion de derecha Chile Podemos Mas era uno de los favoritos, pero una seguidilla de tropiezos de campaña, algunas inconsistencias y el apoyo del presidente

Mundo 19 de noviembre de 2021 Agencia Télam
Al inicio de la carrera presidencial chilena, el candidato Sebastián Sichel de la coalición de derecha Chile Podemos Más era uno de los favoritos, pero una seguidilla de tropiezos de campaña, algunas inconsistencias y el apoyo del presidente Sebastián Piñera -cuya aprobación se desplomó hasta el 16%- complicaron su camino a La Moneda.
Sichel, de 43 años, fue criado por sus abuelos maternos Guillermo Ramírez y Ana Alvarado. Vivió pocos años de su vida con su madre Ana María Ramírez Alvarado, quien quedó embarazada a los 17 años y venía de una familia de clase media. Cuando Sichel no tenía más de tres años, ella conoció a Saúl Iglesias con quien se casó.
Hasta las primarias, era el precandidato más joven de la derecha y el único que había transitado por distintas veredas políticas: fue militante de la Democracia Cristiana (DC), una de las fuerzas de la exConcertación; del pacto de centro Ciudadanos, e incluso trabajó para el Gobierno de la expresidenta socialista Michelle Bachelet, antes de integrar el Gobierno de Sebastián Piñera,
En estos comicios se presenta como independiente y "de centro", aunque ganó la candidatura dentro de la interna oficialista de derecha -le ganó a un histórico, Joaquín Lavin- y, por eso, es percibido por la ciudadanía como una continuidad del actual Gobierno de Piñera, un punto que el resto de los candidatos no escatiman esfuerzo en recordárselo en cada debate.
Es abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica y fue reclutado por Piñera en 2018 para liderar la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo).
Luego fue ministro de Desarrollo Social entre 2019 y 2020, y finalmente presidente del Banco Estado, donde se mantuvo hasta diciembre del 2020.
Las propuestas de Sichel incluyen el apoyo al emprendimiento y al deporte, mejoras en los procesos judiciales y el fomento a la actividad productiva en las regiones.
Su inicial fortaleza electoral se fue desmoronando con el correr de la campaña al salir a la luz una serie de inconsistencias entre su discurso y su comportamiento público, lo que lo puso en aprietos y lo ubicó cuarto en los sondeos con poco más del 8%.
Uno de los momentos más complicados para Sichel fue hace un mes cuando se reveló que había retirado parte de sus fondos previsionales a pesar de haber realizado una feroz campaña contra esta alternativa, en medio de una agenda centrada en este controvertido punto del sistema jubilatorio chileno.
Luego no pudo responder taxativamente acusaciones de haber financiado una campaña anterior (2009 a diputado por una comuna santiaguina de Peñalolén) con fondos de una empresa pesquera por la que hizo lobby.
Si bien Sichel dijo que ambas acusaciones eran operaciones políticas de la izquierda que buscan desprestigiarlo sistemáticamente, el golpe se sintió y la baja en los sondeos fue evidente.
En su carrera a la Moneda repleta de tropiezos, Sichel sumó también los efectos colaterales del crecimiento sostenido del candidato de ultraderecha José Antonio Kast y su defensa cerrada contra un supuesto avance comunista, un escenario que lo presiona a endurecer su discurso.
Por ahora Sichel se resiste a esa alternativa y denuncia "chantaje" por parte de su propia coalición para virar a la derecha.
"Mientras algunos queremos ofrecer al país un proyecto de futuro, otros quieren volver al pasado (...) No voy a aceptar el chantaje de aquellos que quieren que me transforme en algo que no soy, en una persona intolerante, de extrema derecha", afirmó Sichel, en un intento por mantener unida la base electoral de la centroderecha. (Télam)
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