Keiko Fujimori va por tercera vez en busca de la Presidencia con el peso del apellido encima

La exlegisladora populista de derecha Keiko Fujimori busca llegar a la Presidencia de Peru en su tercer balotaje consecutivo, sin que se hayan cerrado las investigaciones por lavado de activos en campañas electorales anteriores y sin desvincularse

Mundo 04 de junio de 2021 Agencia Télam
La exlegisladora populista de derecha Keiko Fujimori busca llegar a la Presidencia de Perú en su tercer balotaje consecutivo, sin que se hayan cerrado las investigaciones por lavado de activos en campañas electorales anteriores y sin desvincularse definitivamente de la ideología de su padre, el exmandatario Alberto Fujimori, preso por delitos de lesa humanidad y corrupción.
Investigada en dos causas judiciales, con un pedido de 30 años de cárcel encima, con dudas respecto de cómo solventó su educación en Estados Unidos, antiabortista, anticomunista y partidaria de lo que llamó "demodura", una democracia con mano dura en materia de seguridad, Keiko va por su tercer intento de quedarse con el sillón principal del Palacio de Pizarro.
Ahora es ella la cabeza de Fuerza Popular (FP) –que antes fue Fuerza 2011-, el partido que hereda el ideario de su padre, a quien prometió indultar si se convierte, con 46 años, en la primera mujer en presidir Perú.
Keiko Sofía Fujimori Higuchi carga con los pro y los contra de ser "hija de" al encarnar como nadie la condición de fujimorista, porque si bien eso le aporta una base de voto duro, también la aleja de los sectores más progresistas o moderados, que tienen frescas las consecuencias de la gestión de su padre.
Limeña, con estudios secundarios en el Colegio Sagrados Corazones Recoleta, igual que sus hermanos Sachi, Hiro y Kenji, fueron sus carreras en Administración de Negocios en la Universidad de Boston y la maestría en Empresas en la de Columbia las que quedaron en la mira por denuncias sobre cómo se pagaron.
El jefe de Inteligencia de su padre, el encarcelado Vladimiro Montesinos, considerado el "monje negro" del fujimorismo, reveló que los 400.000 dólares que costaron las carreras de los hijos de Fujimori salieron del Servicio de Inteligencia del Ejército. Keiko dijo que todo se pagó con ahorros de su padre y la denuncia terminó archivada por la Justicia.
En Estados Unidos conoció a su marido, el estadounidense Mark Vito, con quien tiene dos hijas. Con apenas 19 años, Keiko ya había jugado entonces el rol de Primera Dama, una vez que sus padres se separaron con escándalo: Susana Higuchi acusó al entonces presidente de torturarla e intentar silenciarla.
Muchos años después, en 2006, se convirtió en candidata y logró ser la congresista más votada, lo que la empujó a buscar la Presidencia en 2011.
No pudo ese año porque perdió frente a Ollanta Humala y tampoco en 2016, cuando la victoria fue para Pedro Pablo Kuczynski.
En esta tercera búsqueda, debe cargar con las desregulaciones y flexibilizaciones en las condiciones laborales que favoreció su padre y, probablemente la medida más repudiada, con el plan de esterilizaciones forzadas que alcanzó a unas 200.000 indígenas y campesinas, iniciativa que en campaña ella misma defendió como un programa de "planificación familiar".
Castillo buscó aprovecharse del apellido de su rival.
Uno de sus afiches de campaña aparece dividido en dos: en una mitad se lee "Antes, un dictador" y en la otra "Ahora un maestro". El candidato después borró el tuit con el cartel, pero la imagen circuló igualmente.
Ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Keiko declaró que tuvo tres trabajos en su vida: congresista, líder de su partido desde 2013 y, en paralelo, de 2011 a 2013, titular de la ONG Oportunidades Instituto para el Desarrollo.
A medida que avanzaba la campaña que ahora la puso frente al docente Pedro Castillo, la candidata debió dar definiciones: se declaró entonces defensora de la Constitución de 1993 -promulgada durante el Gobierno de su padre-, propuso un mayor control de fronteras ante el creciente flujo de inmigrantes y rechazó la eutanasia y la interrupción del embarazo, aunque lo avaló en casos terapéuticos.
Cuando Evo Morales anunció su respaldo a Castillo, Keiko escribió un tuit en su cuenta que fue toda una definición de política exterior: "No se meta en mi país. No se meta en el Perú. Los peruanos no vamos a aceptar su ideología, el socialismo del siglo XXI. Le decimos fuera al comunismo, fuera a Maduro, fuera a Lula y a este tipo de ideologías que busca destruir, generar división y traer pobreza".
En Perú, todos los mandatarios elegidos desde 1985 terminaron investigados por la Justicia y Keiko parece a tono: enfrenta dos causas problemáticas, una por supuesto lavado de activos y otra por falsos aportantes, en ambos casos en sus pasadas campañas.
La primera investigación es sobre dinero que habría recibido de la empresa brasileña Odebrech y de otros empresarios para financiar su actividad proselitista en 2006 y 2011, y el fiscal José Domingo Pérez pide 30 años de cárcel para ella.
En la segunda, es señalada como líder de una organización delictiva dentro de su partido que habría captado recursos de fuentes indebidas, bajo la modalidad de falsos aportantes. Si gana el domingo, Keiko eludiría durante su mandato un eventual juicio.
Pero además de haberla hecho pasar un tiempo en la cárcel, la causa derivada del Lava Jato le impidió participar de una tribuna internacional que, en plena campaña, hubiera capitalizado, al prohibirle la salida del país tres días de mayo para ir a un foro sobre democracia en Ecuador.
Seis días antes del balotaje, Keiko ensayó un pedido de disculpas al electorado: "Soy muy consciente de que existen muchas reservas sobre mi candidatura por una serie de hechos y antecedentes que generan dudas en parte importante de la población. Mi partido y yo no estuvimos a la altura de las circunstancias; es por esto que pido perdón a todos aquellos que se hayan sentido defraudados y pido a los peruanos una oportunidad para reivindicarme", dijo. (Télam)
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