Indigenas amazonicos peruanos miran con esperanza al Gobierno de Castillo

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Mundo 18 de septiembre de 2021 Agencia Télam
(Por Gonzalo Ruiz Tovar, desde Lima). La llegada a la Presidencia de Pedro Castillo, un docente rural quechua que se declara solidario con las demandas de indígenas y afrodescendientes, genera expectativa en los 51 pueblos originarios de la Amazonía de Perú, en medio de las amenazas económicos y ambientales que los acechan.
Sin embargo, para el presidente de la Confederación de Nacionalidades Amazónicas de Perú (Conap), Oseas Barbarán, aún no pueden "evaluar” al Gobierno de izquierda que se instaló hace siete semanas. Todavía no comenzó a fondo el proceso de diálogo prometido, aunque ya funcionan mesas que ellos esperan fortalezcan las conversaciones.
“El Gobierno de Castillo todavía no se ha estabilizado claramente. El país todavía está muy dividido. Vamos a ver qué pasa. Esperemos que tenga la voluntad política" para avanzar en la resolución de los problemas, le dijo Barbarán en una entrevista con Télam.
Unos 350.000 indígenas a lo largo de la Amazonía peruana luchan por la defensa de uno de los mayores pulmones que le quedan al planeta. No les es fácil: la deforestación, el voraz avance de actividades extractivas, la presencia del narcotráfico y la hostilidad se suman a la histórica postergación de las poblaciones originarias.
“Por cosmovisión, no somos depredadores de la naturaleza. Al contrario, la defendemos contra la demanda irracional de maderas y otros productos. Solo utilizamos lo que necesitamos. Por eso, apoyamos a los programas de reforestación, al ecoturismo”, explicó Barbarán, cuya organización aglutina desde hace 32 años a las comunidades de la zona.
“Hay una explotación de madera irracional de parte de grandes empresas que dicen falsamente que buscan el desarrollo. La tala es indiscriminada. Los bosques desaparecen y está el problema del cambio climático. Y ahora está el narcotráfico, mucho más dañino para la sociedad. No son gente de acá. Son foráneos llegados de otras regiones que incluso amenazan”, agregó el dirigente.
Según la organización Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus iniciales en inglés), en solo 2019 la selva peruana perdió 161.265 hectáreas de bosques, no solo por las actividades extractivas sino por emprendimientos pequeños para agricultura y ganadería. En total, fueron 1,7 millones de hectáreas perdidas en toda la Amazonía.
Para el Ministerio de Ambiente, la velocidad de deforestación en la Amazonía peruana cayó en un 28,7% entre 2020 y 2021, como consecuencia de las restricciones a la movilidad por la pandemia de Covid-19, pero el reto es mantener y profundizar la tendencia.
Un problema específico que soportan los indígenas amazónicos de Perú es el daño ambiental causado por la actividad petrolera.
Los derrames, sobre todo en la provincia Datem de Marañón, generan graves daños ecológicos y minan la salud de los pobladores, sin que hasta ahora el Estado entregue respuestas.
“Todo sigue impune. No se ha hecho nada. Lo del petróleo sigue exactamente igual”, le dijo a Télam la presidenta de la Organización de Mujeres Nativas del Marañón (Orgamunama), Sara Vásquez, quien relató que las madres de familia han tenido que dedicar mucho tiempo a solucionar los problemas sanitarios de sus hijos.
El derrame emblema en el Oleoducto Norperuano, de la empresa estatal PetroPerú, se produjo en 2014, pero en realidad, según el informe La Sombra del Petróleo elaborado por expertos, de 2000 a 2019 hubo en la selva 474 derrames de diferentes compañías, que han perjudicado en diferentes dimensiones a cerca de 40 comunidades. Los indígenas literalmente conviven con el crudo.
Según un documento entregado a Télam por el vocero de la Plataforma de Pueblos Afectados por la Actividad Petrolera, José Fachín, ese grupo le expresó a Castillo esta semana “el más amplio respaldo”, pero le planteó cambios en los ministerios de Energía y Ambiente para que sean “más ejecutivos” en las soluciones.
“Estamos llenos de impunidad y demandas acumuladas. Esperamos que con este Gobierno del pueblo, al que hemos apoyado, podamos debatir políticamente los términos de la actividad petrolera”, dijo Fachín, de las comunidades de Loreto.
El presidente de la Conap reiteró que las comunidades amazónicas están comprometidas en todos los frentes de lucha, pero necesitan ejes vitales, como que se les garantice la titulación de los que han sido sus dominios por siglos.
“Necesitamos por parte del Estado eso que viene a ser como el documento de identidad de las tierras. Hemos avanzado ya en un 70% y terceros ya no pueden intervenir”, explicó.
El dirigente enmarcó esas batallas en luchas más amplias, que tienen que ver con el reconocimiento y respeto hacia la cultura de esos grupos. El Estado, por ejemplo, está comprometido, con altibajos, en la educación bilingüe e intercultural, que alcanza ya a cerca de un 80% de los niños.
En Perú, de acuerdo con los censos, cerca de cuatro millones de personas, de los 32,5 millones que forman la población nacional, se autoidentifican como indígenas, aunque la mayoría lo hace como andinos, lo que implica notorias diferencias culturales y étnicas con los pueblos amazónicos.
Esas diferencias, que se expresan en distintos vestidos, alimentos, viviendas y costumbres, se derivan de lo geográfico y de lo cultural, según los antropólogos, porque entre otras cosas los andinos fueron más permeables al contacto y la asimilación con los españoles.
Hoy, aunque los andinos son más, están divididos en solo cuatro pueblos, con preponderancia de quechuas y aimaras, mientras que entre los amazónicos hay 51, que se distribuyen en 10 (de 24) departamentos. Los más conocidos son los achuar, los asháninkas, los awajún, los bora, los mashco pirus, los shipibos y los uros. (Télam)
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