Dos alegrias, una decepcion y la apuesta a una esperanza para el progresismo en America Latina

Las elecciones presidenciales que se concretaron durante 2021 en America Latina dejaron dos cambios marcados de signo politico en los Gobiernos de Peru y Honduras, donde fueron electos los candidatos de izquierda Pedro Castillo y

Mundo 19 de diciembre de 2021 Agencia Télam
(Por Daniel Casas) Las elecciones presidenciales que se concretaron durante 2021 en América Latina dejaron dos cambios marcados de signo político en los Gobiernos de Perú y Honduras, donde fueron electos los candidatos de izquierda Pedro Castillo y Xiomara Castro, respectivamente, una continuación dentro de los cánones del establishment en Ecuador, con la victoria de Guillermo Lasso, y la ratificación, no exenta de polémica, del poder de Daniel Ortega en Nicaragua.
Queda por dilucidar qué ocurrirá en Chile, donde el candidato que aglutina a las izquierdas, Gabriel Boric, disputa palmo a palmo la Presidencia con el candidato de extrema derecha José Antonio Kast, en la segunda vuelta electoral que se celebra por estas horas.
El escrutinio de las elecciones de segunda vuelta de hoy en Chile determinará para qué lado se volcó el fiel de la balanza de una sociedad claramente partida entre propuestas antagónicas.
Vistas desde la perspectiva de las fuerzas progresistas del subcontinente, que aspiran a revertir los reveses electorales que las alejaron del poder conquistado durante la primera década del siglo, fueron contabilizados como avances las elecciones de Castillo, en Perú, el 6 de junio, y de Castro, en Honduras, el 28 de noviembre.
La victoria de Castillo, un maestro rural de izquierda, era impensada hasta poco antes de las elecciones en segunda vuelta. Y la disputa con Keiko Fujimori, a pesar de ganarla, no lo dejó en una posición de fuerza en el Congreso, que está en manos de la oposición.
El presidente peruano, siempre ataviado con su sombrero cajamarquino, tuvo ya varias crisis con errores no forzados de miembros de su gabinete, y con el oficialismo dividido, acaba de sortear el 8 de diciembre un intento de revocación de mandato, una herramienta que en los últimos años terminó con la gestión de cinco presidentes.
El caso es que, reflejo de un país ya habituado a vivir de crisis política en crisis política, nadie asegura que Castillo pueda superar el próximo intento de cesarlo en su cargo, que descuentan vendrá.
Mientras tanto, en Honduras, es demasiado temprano para saber cómo se va a plantar la presidenta electa Xiomara Castro, que asume el próximo 27 de enero.
Su victoria, de todos modos, aparece como una reivindicación a 12 años de que su esposo, el expresidente Manuel Zelaya, fuera sacado en pijama de la residencia oficial, en una postal digna de los golpes de Estado del siglo XX.
A diferencia de los casos de Castillo y Castro, la victoria de Lasso en las elecciones de segunda vuelta de Ecuador, el 11 de abril, fue una frustración para las fuerzas progresistas de la región, que apostaban a una victoria de Andrés Arauz, el candidato del expresidente Rafael Correa.
Arauz había sido el claro ganador en la primera vuelta, con el 32,72% de los votos, seguido por Lasso, con el 19,74%, que consiguió pasar al balotaje tras superar por estrecho margen al candidato indígena, Yaku Pérez, que sacó el 19,36%.
El 52,36% que sacó el banquero Lasso en la segunda vuelta habla a las claras de que muchos de los votos de Yaku Pérez, decididamente enrolado en el anticorreismo, fueron al candidato de derecha antes que al progresista.
Los diez años de Gobierno de Correa (2007/2017) tuvieron este costo interno y el giro de campana de Lenín Moreno una vez que llegó a la Presidencia, impulsado por Correa, de quien fue vicepresidente, completaron un intrincado mapa electoral.
En tanto, en Nicaragua, la elección del Daniel Ortega para un cuarto mandato consecutivo, secundado en la fórmula del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) por su esposa, Rosario Murillo, tuvo todos los ingredientes para la polémica.
El excomandante sandinista está acusado por los organismos de derechos humanos internacionales por la represión de la protesta social que estalló en abril de 2018, con un saldo de más de 300 muertos, y también en el camino hacia estas elecciones cerca de 20 dirigentes opositores fueron encarcelados, entre ellos siete precandidatos presidenciales.
De todos modos, más allá de lo que signifique en cuanto a peso regional la suerte de los gobernantes de Perú, Ecuador, Honduras y Nicaragua, la mayor expectativa de las fuerzas progresistas de la región están puestas en la candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva para presidir por tercera vez a Brasil.
El exmandatario (2002-2010) y fundador del Partido de los Trabajadores (PT) lidera con amplitud todos los sondeos de intención de voto para el próximo año, seguido muy desde atrás por el actual presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
Lula, que fue impedido de participar de las elecciones de 2018, que ganó Bolsonario, pasó 19 meses encarcelado por una causa de corrupción luego desestimada por la justicia brasileña, en un caso prototípico de persecución judicial (lawfare). (Télam)
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