El aumento del tono del gobierno de Jair Bolsonaro contra su colega venezolano, Nicolás Maduro, quedó marcado por la presencia masiva de militares en el gobierno pero para los analistas una opción bélica contra Caracas está lejos y la ofensiva se mantenía por el momento en el plano de la semántica.
El Ministerio de Relaciones Exteriores calificó a Venezuela como "un mecanismo del crimen organizado, del tráfico de armas y de drogas" en su más reciente comunicado, con lo que levantó suspicacias sobre cuál será el rumbo de la mayor economía latinoamericana, que también cuenta con el mayor ejército de la región.
"Una escalada más allá de las palabras y de las posiciones diplomáticas duras será controproducente para Brasil y para toda la región. El costo de un conflicto con un vecino sería altísimo, tanto político como económico", dijo a Télam Clayton Vinicius Pegoraro, profesor de Derecho Internacional de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, de San Pablo.
En el mismo sentido se pronunció Rubens Barbosa, ex embajador en Washington, al sostener que "es una escalada retórica y significa que Brasil está en el primer nivel de la presión internacional, al lado del Grupo de Lima".
El diario O Globo, del principal conglomerado de medios de Brasil, publicó hoy una entrevista con Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) de Venezuela, quien afirmó que con Bolsonaro la oposición "ha ganado un apoyo contundente".
Bolsonaro y su canciller, Ernesto Araújo, ambos abiertamente alineados con el gobierno de Estados Unidos, recibieron ayer al titular del Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, Miguel Angel Martin.
Bolsonaro culpó a los ex presidentes Luiz Inácio "Lula" da Silva y Dilma Rousseff por haber "respaldado a Maduro", por lo que "ahora", Brasil debe actuar para corregir aquel rumbo.
Antes de asumir, el 1 de enero, el vicepresidente Hamilton Mourao, general retirado, había descartado una ofensiva bélica contra Venezuela, pero habló de tener en cuenta el "modelo haitiano".
Desde 2004 al 2016 Brasil condujo la Minustah, la fuerza de estabilidad de la U en Haití, en la que fue comandante el ministro del Gabinete de Seguridad Institucional y encargado de los servicios de inteligencia, general Augusto Heleno.
Heleno es el encargado de la geopolítica de Bolsonaro y por ejemplo durante la visita del presidente Mauricio Macri tuvo una reunión de más de una hora a solas con el secretario de Asuntos Estratégicos argentino, Fulvio Pompeo.
La hipótesis de Mourao es que Brasil puede usar el modelo haitiano en caso de una intervención de la U ante un conflicto civil en Venezuela.
Esa visión alimenta a los analistas a ratificar que la ofensiva de Bolsonaro contra Caracas forma parte de la retórica y no tiene en el horizonte una intervención.
"Si uno entra en un país extranjero se debe saber cuándo se sale, sobre todo teniendo en cuenta el costo político y económico de asumir algo así", dijo el analista Pegoraro.
Además, asumir una ofensiva bélica directa contra Venezuela encontraría escollos en el Congreso y también, más allá de que la situación humanitaria en la zona fronteriza empeorará, está la cuestión económica, con el ajuste fiscal promovido por el superministro de Economía, el "Chicago Boy" Paulo Guedes.
"El objetivo de Brasil es la reforma jubilatoria y no un conflicto", subrayó el profesor de la Universidad Mackenzie de San Pablo.
Según Pegoraro, Brasil no tiene una vocación bélica y sus militares tienen experiencia en las llamadas misiones de paz de la U, pero no en intervenciones directas.
En forma directa, Brasil participó al lado de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, con el envío de tropas al norte de Italia; antes había logrado su mayor éxito militar siendo un Imperio, en la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, donde consolidó su poder el Duque de Caxias, elevado a héroe nacional por Bolsonaro. (Télam)