Un nuevo centenar de agentes de fuerzas federales llegó hoy a Fortaleza para reforzar la seguridad en el estado Ceará, en el nodreste de Brasil, golpeado desde hace una semana por una ola de violencia con cerca de 159 acciones de vandalismo en 39 ciudades.
Los efectivos forman parte de un contingente de 200 integrantes de la Fuerza Nacional de Seguridad, que el gobierno del presidente Jair Bolsonaro decidió ayer mandar como refuerzo a Ceará para sumarse a los ya más de 300 enviados el pasado viernes.
Pese a la presencia de las fuerzas de seguridad federales, los ataques recrudecieron en las últimas horas.
Un artefacto explosivo hizo volar un puente en la localidad de Caucaia, en el área metropolitana de Fortaleza, mientras cuatro ómnibus fueron incendiados en la capital estatal en la sexta noche de violencia consecutiva, reportó la agencia de noticias Ansa.
La ola de ataques, que desbordó a la policía local, estalló el miércoles último en todos los municipios de la región metropolitana y tuvo como blancos, principalmente, a colectivos, edificaciones públicas y bancos.
Según sospechan las autoridades, los atentados serían una represalia de organizaciones criminales contra las medidas anunciadas por el gobernador de Ceará, Camilo Santana, para reformar la administración de los presidios del estado.
En total, 168 personas fueron detenidas por los ataques que, según apuntan las primeras investigaciones, habrían sido ordenados desde el interior de las cárceles, bajo control del crimen organizado.
Además de los actos vandálicos, 23 presos se fugaron ayer de una prisión en ese estado y hasta esta tarde no habían sido recapturados.
Fortaleza fue una de las ciudades afectadas el año pasado por una guerra de mafias carcelarias rivales que dejó más de un centenar de muertos en las prisiones, recordó la agencia Efe.
La situación en esa región del noreste supone la primera prueba para las políticas de seguridad de Bolsonaro, quien, en su campaña electoral, tuvo entre sus principales banderas el endurecimiento del combate al crimen, que en Brasil causa anualmente unas 60.000 muertes. (Télam)
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