¡Aberrante! Vivió 23 años secuestrada por su marido y relató durante horas sus padecimientos

El pasado martes comenzó en Rosario el juicio contra Oscar Alberto Racco, por privación ilegítima de la libertad, reducción a la servidumbre y abuso sexual con acceso carnal contra María Eugenia durante 23 años.

En la primera audiencia del debate, la mujer abusada pidió justicia y describió las aberraciones a las que fue sometida: “Mi gran compromiso es que nunca otra mujer vuelva a pasar por lo que pasé”, manifestó.

Y agregó: “Que ninguna otra mujer sea víctima y eso la lleve a la muerte. Espero poder olvidarme de todo esto, tener paz. Esperaría tener la máquina del tiempo y volver 25 años atrás, abrazar a mi viejo que es una de las cosas que nunca jamás voy a poder hacer y criar a mi hijo; pero sé que esos dolores no se van a ir”.

En la causa constan los abusos que Racco perpetró contra ella durante más de dos décadas. Según reveló, la tuvo atada con una cadena a la cama durante los primeros cuatro o cinco años de cautiverio en la casa de Santiago 3558, en el sur de Rosario.

Sufrió violaciones reiteradas, golpizas constantes y sólo podía salir a la calle acompañada por él y bajo otro nombre, que él le asignó, Lucía Puccio. También le retuvo su Documento Nacional de Identidad, que María Eugenia pudo recuperar el 28 de abril de 2019, y esconderlo entre la plantilla y la suela de su zapatilla.



La mujer era obligada a arrodillarse y rezar durante horas como penitencia por “ser mala persona y prostituta”. También era obligada a limpiar la casa, trabajar sin recibir pago, lavar la ropa de toda la familia, cocinar y limpiar varias veces por día la vereda sin mirar a sus vecinos, siempre bajo la mirada vigilante de él.

En 23 años solo “dos o tres veces” pudo recibir atención médica, específicamente odontológica y porque llevaba varios meses de dolor. Un día que él la estaba golpeando quiso escapar tirándose por debajo de un tanque de agua para escapar pero resultó gravemente herida.

La cosieron en el hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Tenía la ilusión de encontrar alguien a quien pedirle ayuda, pero Racco se metió en la guardia, porque conocía a alguien.

La declaración de la víctima de violencia de género duró más de cuatro horas, y tuvo momentos muy difíciles de digerir para los presentes. “Siempre me pregunté qué era lo que estaba pagando, qué le había hecho, porque él siempre me decía que yo tenía que pagar”.

La mujer de 44 años, recuperó su libertad el 8 de mayo de 2019, cuando logró escapar con 640 pesos, dos fotos de su hijo, una carta de su papá que había encontrado ordenando papeles del imputado y su DNI.

Según su testimonio, al salir de la casa corrió dos cuadras aterrorizada, temiendo que algún vecino la delatara, o que apareciera un taxista que conociera a Racco, mecánico de profesión. “Yo creía que él conocía a todo el mundo, ni siquiera la policía me podía ayudar”, dijo en su declaración judicial.

La pesadilla comenzó cuando María Eugenia tenía 19 años, y un nene de menos de dos. Se puso de novia con Racco y las escenas de celos pronto se convirtieron en golpes y tormentos.

Ella quiso terminar la relación pero él se presentó en su casa, la golpeó a pesar de la intervención de su familia y se la llevó por la fuerza.

“Durante los primeros años la tuvo encadenada a la cama encerrada en una habitación que no tenía picaporte. Le pegaba patadas, cintazos y latigazos. Era tanta la violencia y el dolor que ella se arrojó desde la terraza para escapar. Con el tiempo la limitación fue más psicológica”, dijo la fiscal Luciana Valarella en su alegato.

Racco la sometía a todo tipo de violencia psicológica, amenazándola constantemente: “No te voy a matar, te voy a pegar un tiro en cada rodilla, para que estés en silla de rueda y con una bolsita para ir de cuerpo, y así vayas viendo cómo mato a todas las personas que querés”.

“Él tenía un arma y muchas veces, las relaciones sexuales eran con revólver en la cabeza de ella”, agregó.

El imputado, de 60 años no estuvo presente en la sala, para que María Eugenia pudiera declarar “con libertad”.

La mujer fue privada de criar a su hijo, con quien recuperó el vínculo recién en 2019. Durante años no pudo tener contacto con su familia, y se enteró de la muerte de su padre varios años después de su fallecimiento.

A veces, el papá pasaba por la puerta de la casa y le dejaba cartas, que ella no recibía, porque se las escondían. Un día, ordenando, encontró una en la que le imploraba “sálvate”, y fue la que se llevó al momento de escapar.

El juicio, que comenzó este martes, se estima terminará el 2 de agosto, con la condena de Racco.