Una novela homoerotica perdida de los 70 dio pie al filme chileno El principe

El realizador cinematografico chileno Sebatian Muñoz debuta en el largometraje con “El principe”, un contundente filme en el que se vale de una olvidada novela popular homoerotica chilena de la decada del 70 para poner en escena el mundo del amor

D-Interés 04 de febrero de 2020 Agencia Télam
El realizador cinematográfico chileno Sebatián Muñoz debuta en el largometraje con “El príncipe”, un contundente filme en el que se vale de una olvidada novela popular homoerótica chilena de la década del 70 para poner en escena el mundo del amor masculino en el universo cerrado de un penal, que se estrena este jueves en cines argentinos.
Experimentado director de arte de la industria cinematográfica chilena, Muñoz se demoró nueve años para contar esta historia que surgió a partir del hallazgo fortuito de una novela chilena de la que no quedan ejemplares y en la que logra poner en juego intereses personales y políticos y construir la primera película que su país pone hombres desnudos a cámara.
“Yo soy homosexual, quería contar una historia de amor entre dos hombres y un día llegó a mi casa un amigo con esta novela que se llama 'El príncipe', que es como de las primeras novelas gay chilenas, escrita a comienzos de los 70 y que no se vendía en librerías sino en kioscos, una suerte de folletín de 60 páginas”, cuenta Muñoz en charla telefónica con Télam desde Santiago.
“Lo curioso del caso -agrega- es que se trata de un ejemplar único, porque esta novela de Mario Cruz jamás fue reeditada, fue prohibida por la dictadura y no quedaron rastros de ella. Tuvimos suerte porque mi amigo la encontró tirada en el suelo en un mercado de verduras de Santiago y la tomó porque le llamaba la atención la portada con un hombre semidesnuto entre rejas”.
De estupenda realización visual y enorme calidad actoral, el filme cuenta con protagónicos del gran actor chileno Alfredo Castro y del joven Juan Carlos Maldonado, reservando un lugar importante al argentino Gastón Pauls, que desarrolla una convincente performance, como un distinguido preso argentino en un penal chileno.
El filme, que viene de ganar el Premio Coral a la Contribución Artística del Festival de La Habana y se llevó el premio Queer Lion de Venecia, donde se vio en la sección Semana de la Crítica, es una coproducción chileno-argentina, que aun no fue estrenada en su país de origen.
Télam: ¿Cómo decide llevarla al cine?
Sebastián Muñoz: Estaba en ese proceso en que había decidido contar mis propias historias y tuve una conexión inmediata con la novela que propone una narrativa muy cruda y un relato muy erótico que me erotizó mientras la leía, entonces advertí rápidamente que había para mí un material interesante para hablar de las relaciones entre los hombres.
Télam: Al quedar situada en un penal la película propone un universo exclusivamente masculino.
SM: Sí, me interesó eso de la cárcel porque yo creo que hombres encerrados siempre van a buscar el afecto más allá del género, entonces me interesó esta cuestión que plantea la novela de que en la cárcel los hombres solo pueden tener relaciones con hombres y que el deseo circula entre ellos, de hecho uno de los protagonistas de la película es un tipo casado.
T: ¿Cómo impacta el tema de la homosexualidad en Chile?
SM: La chilena es una sociedad profundamente derechista, con esta película es la primera vez que se hace en Chile una película con hombres desnudos a cámara y con contenido dramático; me pareció importante mostrar el cuerpo desnudo del hombre en un país en que hay millones de personas dentro del closet y que no se animan a salir y donde siguen persiguiendo a los homosexuales.
T: La película está ambientada en los 70 y termina con un discurso de Salvador Allende.
SM: La novela está escrita y situada en los 70 y yo decido ponerla a inicios del 69 para terminar con el discurso de Allende cuando asume como presidente, porque es un discurso muy esperanzador para el protagonista, pero en ese discurso Allende también dice que hay que tener cuidado porque pueden venir momentos difíciles y también para el que asume su homosexualidad en Chile en ese momento pueden venir tiempos difíciles, porque lo pueden matar.
T: ¿La película está filmada en un penal?
SM: Sí, en una cárcel rural de 1900 de la ciudad de Buin que quedó semidestruida por un terremoto y quedó abandonada. Para filmar en una cárcel real tuve que acceder a una amiga de Penales Nacionales y fue la ministra que los obligó a que me dieran la cárcel para filmar porque nadie quiere mostrar el lado oscuro y a mí eso es lo que me interesa, porque la película aún siendo cruel tiene mucha ternura.
T: ¿Hubo algo de la arquitectura carcelaria que se filtra en el filme?
SM: La cuestión es que se trataba de celdas pequeñas y eso nos obligó a una puesta en escena particular por el espacio tan reducido que teníamos. (Télam)
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