Una corta historia, un inesperado exito y un destino fatal signado por su filosofia

Cuando el 27 de agosto de 1991 el grupo Pearl Jam se daba a conocer con su disco “Ten” y poco menos de un mes mas tarde Nirvana se consagraba a nivel mundial con “Nevermind”, el grunge se impuso a nivel mundial, aunque se trataba de un estilo

D-Interés 29 de agosto de 2021 Agencia Télam
Cuando el 27 de agosto de 1991 el grupo Pearl Jam se daba a conocer con su disco “Ten” y poco menos de un mes más tarde Nirvana se consagraba a nivel mundial con “Nevermind”, el grunge se impuso a nivel mundial, aunque se trataba de un estilo musical que venía tomando forma desde hacía varios años.
Surgido en Washington y sus alrededores, desde mediados de los `80, de la mano de grupos como Mother Love Bone, que enrolaba a los futuros Pearl Jam Jeff Ament y Stone Gossard; Mudhoney, Green River y The Melvins, los nuevos sonidos derivados del hardcore y del noise rock fueron aglutinados por el sello Sub Pop, que se encargó de difundir esta música.
Allí se publicó el disco debut de Nirvana, titulado “Bleach”, en 1989, que llamó la atención de la compañía Geffen Records, que decidió lanzarla a nivel mundial con el disco “Nevermind”, el inesperado gran suceso del género.
Hits de Nirvana como “Smell Like Teen Spirit”, “Come as You Are” y “Lithium”, entre otros; y de Pearl Jam, como “Even Flow”, “Black” y “Jeremy”, le dieron a este estilo una proyección internacional que sería aprovechada por grupos como Soundgarden, con su éxito “Black Hole Sun”, o Alice in Chains.
De esta manera, la desazón juvenil por el rumbo que les reservaba la sociedad para el futuro, la bronca contenida por la falta de espacios para manifestarse, las guitarras estridentes y los melódicos gritos desgarrados, y la moda de las camisas leñadoras y los jeans gastados, coparon las pantallas de los canales musicales en la primera mitad de los `90.
La gran paradoja fue que una banda que renegaba de las mieles del éxito y de la fama se haya instalado como un suceso mundial, lo cual hizo mella en la endeble personalidad de su líder Kurt Cobain, quien renegó a más no poder del alto nivel de exposición hasta que, intoxicado de heroína, se suicidó en 1994.
Este acontecimiento y la pérdida de popularidad de muchos de los grupos de esa escena hicieron languidecer al grunge, que apenas encontró continuidad en el tiempo en la laboriosa permanencia de Pearl Jam y en los distintos trabajos de Chris Cornell, de Soundgarden.
Paradójicamente, Cornell también se suicidó en 2017 y trazó así una fatal parábola que, junto con la adicción a la heroína de varios de sus exponentes, como el caso del fallecido cantante de Alice in Chains Layne Staley, le dio su épica definitiva a un género reconocido por la angustia existencial que expresaba. (Télam)
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