Juan Pablo Fernandez reune 25 años de canciones en Peluca

Desde su aparicion como parte de Pequeña Orquesta Reincidentes a este presente en ascenso rockero en el trio Acorazado Potemkin, Juan Pablo Fernandez plasmo las señas de una lirica que se reune en “Peluca”, un libro que sera lanzado el jueves y

D-Interés 01 de marzo de 2020 Agencia Télam
Desde su aparición como parte de Pequeña Orquesta Reincidentes a este presente en ascenso rockero en el trío Acorazado Potemkin, Juan Pablo Fernández plasmó las señas de una lírica que se reúne en “Peluca”, un libro que será lanzado el jueves y donde “cada palabra que escribí fue a conciencia”.
“A pesar de la diferencia de edad, de discos mejores y peores, canciones y letras algunas más inspiradas que otras, cada palabra que escribí fue a conciencia. No hay ninguna inocencia en lo que digo, cada cosa está ahí por algo”, asegura Fernández durante una entrevista con Télam.
El autor, guitarrista y cantante fue miembro fundador de Pequeña Orquesta Reincidentes, agrupación que se disolvió en 2008 tras un fecundo período de actividad que se plasmó en ocho álbumes, entre ellos, “Tarde” (1994), “¿Qué sois ahora?” (1998), “Miguita de pan” (2003) y “Traje” (2005).
Tras superar el trance por el final de aquella experiencia, se unió al baterista Luciano Esain y al bajista Federico Ghazarossian para formar en 2009 Acorazado Potemkin, un power trío que desde entonces fue creciendo en impacto y aceptación de la mano de una discografía con cuatro estaciones: “Mugre” (2011), “Remolino” (2014), “Labios del río” (2017) y “Piel” (2019).
Con la emoción aún latente por la primera puesta en directo de “Piel” (en una serie que arrancó el viernes pasado en Niceto y seguirá por Córdoba, Junín, La Plata, Trelew y Comodoro Rivadavia, Juan Pablo se prepara para presentar su estreno en el libro.
“Peluca” tendrá su bautismo el próximo jueves desde las 20 en la sala porteña del CAFF (Sánchez de Bustamante 772) donde el autor se reunirá con el poeta Yaki Setton (autor del prólogo), el cantor de Bombay Bs. As. Alejandro Guyot y la editora Vanina Steiner, antes de momentos musicales a cargo del propio Fernández y de Bombay Bs. As.
“Va a haber textos sobre los textos y vamos a leer algunas letras como poemas. Y después cantaremos. Habrá voces de amigos del tango y me van a acompañar mis compañeros de la Pequeña Orquesta y de Potemkin”, adelanta el músico y compositor.
Télam: ¿Al apreciar la totalidad de esas canciones aparece el vértigo o la satisfacción de ser hacedor de una obra?
Juan Pablo Fernández: Las dos cosas. De la primera edición del cassette “Tarde” de los Reincidentes a la última del disco “Piel” de Potemkin hay justo 25 años, ahí tenés el vértigo, me pasó de todo y muchas cosas las volvería a escribir igual. Y también es una satisfacción muy grande leer todo junto y hacer la compilación y la edición, y sentir que hay varios hilos de trabajo que creo que están bien.
T: ¿Toda canción resiste una existencia sin música?
JPF: Yo trabajo la letra siempre para una melodía, intensidades de lo que se dice, o formas en el texto muchas veces están condicionadas por como está armada la canción. Pero yo soy de la época que se escuchaban los discos con la letra en la mano, así que muchas veces me gusta imaginar que la letra se pueda leer sola, como un párrafo, de corrido.
T: ¿De qué modo se salda la tensión entre el letrista y el poeta?
JPF: Yo me siento más letrista que poeta, al escribir la letra de una canción tiene que haber cuidado por el placer de cantarla y ganas de que te pase algo en la cabeza mientras tarareas.
T: ¿En qué momento un texto “pide” música y se convierte en canción?
JPF: Hay un momento que te das cuenta que hay ideas que son para canciones. Después el texto final se arma con la melodía siempre. Es una limitación que hay que aprender a disfrutar, te obliga a ser claro, sintético, y en el tiempo y el fraseo aparecen cosas que agregan sentidos distintos al escuchar. Y además es más nítida la idea de alguien que te está contando y cantando algo.
T: ¿A quiénes reconocés como influencias?
JPF: A Moris, Miguel Cantilo, León Gieco, Luca Prodan, Palo Pandolfo, el indio Solari, Bochatón. Después de grande escuché a Manal, y lo que hizo Cedrón con Tuñón es hermoso. Y letras hermosas que les escuché a Fagner, Buarque, Cafrune, Larralde, Zitarrosa, Gardel, Ángel Vargas o tangos de Discépolo y Manzi.
T: ¿Es como músico o como letrista que te sentís más parte de la cultura rockera argentina?
JPF: Los dos, me encanta ser parte, la cultura del rock es hermosa, es una cacerola enorme donde entra todo, un puchero misterioso gigante de mezclas de música y letras de amor y de viajes y de política, hay de todo. Lo único que me aleja del rock es el rock conservador que hay también y mucho.
T: Al respecto ¿Cómo calificarías a la letrística del rock local?
JPF: Hay de todo, y como cada vez hay menos poder legitimador en sellos discográficos o medios hegemónicos, simplemente la gente compone, escribe y graba y edita cualquier cosa y lo que le sale del corazón, sin que nadie diga a quién hay que imitar o de qué tema hay que escribir para ser escuchado.
T: ¿Cuánto de esa impronta se traslada al asumir un rol formador como docente?
JPF: Me encanta aprovechar estos momentos como la salida de un libro o la salida de un disco para reflexionar en voz alta sobre el oficio de escribir o componer, para pensar ideas de cómo se hace lo que se hace, cómo salirse de la magia y de la inspiración. Y después te vas impregnando de quienes explican mejor lo que uno creía saber. Por ejemplo, yo siempre escribo las letras sobre las melodías que voy tarareando en los ensayos. Termino contando acentos y sílabas para escribir exacto lo que quiero cantar. Y un día escuché a Adriana Calcanhotto decir en una charla que la sílaba es el ancla de la melodía. Y entonces entendés la tensión que hay entre el acento del texto y el de la melodía. Y no tiene solución, hay que aprender a frasear, a vivir con eso como en la vida, no hay fórmula.

(Télam)
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