Con una arriesgada puesta de Fidelio, Londres homenajea los 250 años de Beethoven

La Royal Opera House de Londres homenajea a Ludwig van Beethoven al rescatar su unica opera, “Fidelio”, en una adaptacion arriesgada, donde el mensaje utopico sobre la tirania politica se actualiza, en coincidencia con el aniversario numero 250

D-Interés 02 de marzo de 2020 Agencia Télam
La Royal Opera House de Londres homenajea a Ludwig van Beethoven al rescatar su única ópera, “Fidelio”, en una adaptación arriesgada, donde el mensaje utópico sobre la tiranía política se actualiza, en coincidencia con el aniversario número 250 del nacimiento del gran músico.
El encargado de adaptar el libreto es el director alemán Tobias Kratzer, quien trae al Convent Garden una versión que, acompañada por la orquesta conducida por Antonio Pappano, se distancia de la original del compositor alemán, destacó la agencia Efe.
"Es una producción completamente nueva", destacó el jefe de Radiodifusión y Distribución de la Royal Opera House, Tony Followell, sobre la adaptación de Kratzer.
Para el funcionario, lo trascendental de su dirección es la transición del primer acto al segundo, donde, asegura, se consigue actualizar el mensaje para un "público contemporáneo".
"El segundo acto amplía la cuestión, un interrogante contemporáneo para un público contemporáneo: ¿Qué haríais si te confrontaras con un preso político en la actualidad? Y esa no es una cuestión a la que seamos inmunes hoy en día", destacó Followell.
Estrenada en 1805 como "Fidelio, o el amor conyugal", la pieza sufrió un proceso de transformación con una nueva versión en 1906 y una definitiva, en 1814, que acortó y modificó, en fondo y forma, la original.
Ahora, en un movimiento atrevido, Kratzer ahonda en las diferencias de estilo que ya existían entre las partes de la obra del compositor alemán y se atreve a introducir nuevos diálogos y cambios visibles en las acciones de la trama.
Casi como una comedia doméstica, el primer acto empieza como una producción tradicional. Decorado de época, vestuario de finales del siglo XVIII e incluso un caballo vivo forman parte de una puesta en escena que va perdiendo realismo mientras avanza hacia el melodrama político.

(Télam)
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