Campanella inaugura su sala porteña: El teatro se sigue salvando porque es irremplazable

El cineasta y productor Juan Jose Campanella, quien el proximo martes inaugurara en el centro porteño la imponente sala Politeama con la obra "La verdad", encabezada por Tomas Fonzi, Agustin Sierra, Candela Vetrano y Maria del Cerro, reconocio que

D-Interés 17 de junio de 2022 Agencia Télam
El cineasta y productor Juan José Campanella, quien el próximo martes inaugurará en el centro porteño la imponente sala Politeama con la obra "La verdad", encabezada por Tomás Fonzi, Agustín Sierra, Candela Vetrano y María del Cerro, reconoció que lo que más disfruta del teatro es "la experiencia comunal, donde las emociones son mucho más fuertes".
"En el teatro no hay streaming ni plataforma posible: junto con el turismo se siguen salvando porque son irremplazables", destacó Campanella a Télam sentado en una butaca aún envuelta en film de su flamante sala ubicada en Paraná 353, en la Ciudad de Buenos Aires, mientras los albañiles ultiman detalles a toda máquina.
Director y guionista de los filmes "El mismo amor, la misma lluvia" (1999), "El hijo de la novia" (2001, nominada al Oscar), "Luna de Avellaneda" (2004) y "El secreto de sus ojos" (2010, ganadora del Oscar a Mejor Película Internacional), Campanella se reconoce como un espectador de teatro desde que era muy joven, pero su carrera teatral comenzó en 2013 con "Parque Lezama", la pieza de Herb Gardner que adaptó y dirigió, protagonizada por Luis Brandoni y Eduardo Blanco.
En 2018 llegó "¿Qué hacemos con Walter?", que escribió y co-dirigió con Emanuel Diez encabezada por Victoria Almeida, Fabio Aste, Carlos Belloso, Campi, Araceli Dvoskin, Karina K y Federico Ottone.
"Metimos dos éxitos y uno se engolosina -reconoció entre risas-. Me encantó la experiencia de hacer teatro y, además, yo ya veía el cambio en los hábitos de la audiencia en desmedro del cine, aunque jamás me hubiera imaginado la velocidad de aquel fenómeno, que se potenció con la cuarentena".
Oficialmente, el proyecto de un teatro propio comenzó a fines de 2016, cuando en un cumpleaños un amigo le contó de una ley promulgada en 1958, creada cuando se demolió el viejo teatro Politeama inaugurado en 1879, ubicado en el mismo predio donde está su sala y que se convirtió en una playa subterránea de estacionamiento.
Según la norma, si se demuele un teatro, no se puede inaugurar lo que sea que se planeara hacer ahí, si no se construye una sala de las mismas características.
"Cuando mi amigo me contó que en una parte del predio donde estaba el Politeama se había construido una torre que no se podía inaugurar si no se hacía un teatro, al día siguiente me fui a ver el terreno baldío y esa misma tarde hablé con mis socios Martino Zaidelis, Camilo Antolini, Muriel Cabeza, que somos todos del cine, y se prendieron", contó.
En el medio pasó la pandemia y ahora, finalmente, el martes la imponente sala con capacidad de 705 butacas, 2750 metros cuadrados, un escenario de 14 x 7 metros, 8 camarines y un sistema técnico y lumínico de última generación, abrirá oficialmente sus puertas.
"Es una inversión grande", agregó el director de algunos capítulos de series emblemáticas norteamericanas como "La ley y el orden" y "House", que a pesar de su larga y laureada trayectoria reconoció que la inauguración del teatro reavivó su gastritis crónica.
Télam: ¿Por qué construir una sala de teatro en un momento local e internacional de tanta incertidumbre?
Juan José Campanella: No es por el negocio, claramente, porque hay miles mucho más seguros: un plazo fijo, por ejemplo. Pero, por otro lado, esto nos da una solidez mayor que la del productor que vive y muere en cada proyecto. Después de dos obras me di cuenta de que las posibilidades de no fundirte son menores si tenés dos de las tres patas de la producción, que son la sala, el productor y el talento. Pero esos son razonamientos que nos decimos para convencernos de que no estábamos haciendo una locura (risas), de que no era tan antieconómico. No vivimos de esto, pero tampoco queremos ser locos que como no vivimos de esto lo fundimos en un año. Somos cautos. Pero es en definitiva, no sé por qué nos metimos en esto, nadie se metió en esto para complacer a su familia. Es una pulsión.
T: ¿Cómo definirías la escena teatral en la que se inserta el Politeama?
JJC: Después de las cuarentenas, la gente no volvió de la misma manera al cine. A medida que las televisiones fueron siendo más grandes, con mejor sonido, hay gente que te dice que le da lo mismo el cine que la televisión, gran error para mí, pero nadie en su sano juicio diría que es lo mismo ver teatro por streaming que en una sala donde comprás la convención, en cambio, en la pantalla parece cartón pintado.
T: ¿Sos espectador de teatro?
JJC: Mucho. Eso no lo abandoné nunca. Cuando estudiaba en Estados Unidos ahorraba para ver teatro. La obra que inspiró Parque Lezama la vi cinco veces y comí panchos durante un mes para poder comprar la entrada. Soy muy espectador de teatro y voy más que al cine.
T: ¿Te gusta ver todo tipo de teatro?
JJC: A mí me gusta, como en el cine, teatro de contenido. Me gusta ir a reír e ir a llorar. Veo con interés las grandes muestras revolucionarias de la forma y si puedo robar algo lo robo pero no soy investigador de teatro. La gran diferencia con el cine es que tenés un solo punto de vista, es una sola cámara fija y tenés que tener la sensación de que al costado no hay nadie y estás en el living con los tipos. Eso me interesa
T: ¿Pediste consejos para amar la sala?
JJC: Soy muy amigo de Carlos Rottemberg con quien trabajé en las dos obras y es el mejor narrador del teatro argentino, pero no sé si me dio un consejo puntual. Sí sé que hay cosas que me gustaría cambiar: queremos conocer a la audiencia, saber cómo llegan, qué opinan, por eso armamos un club de amigos para que puedan anotarse y acceder al backstage, a ensayos generales y también vamos a tener una pantalla de cine para pasar películas a la tarde. Me gustaría que fuera un hogar como era la sala Lugones, cuando yo estudiaba cine, que iba a ver qué había y después íbamos al bar Politeama a tomar algo.
T: Hay salas que se convirtieron en garantía de producción, ¿cómo será la curaduría de la programación del Politeama?
JJC: Se está dando lo que siempre pedí que hicieran conmigo: más que mirar los proyectos, mirar las personas que están en los proyectos. Si hay algo que sé es que nadie sabe nada de lo nuestro, es imposible predecir lo que va a ser bueno o malo. Así como a mí me gustaría que me aceptaran a libro cerrado, que me tuvieran confianza, yo quiero trabajar con gente a la que le tengamos confianza y decirle "si te equivocás, nos equivocamos todos". Y Gustavo Yankelevich es una de esas personas que pone toda la carne a la parrilla, tiene buen gusto y la producción de "La verdad", nuestra primera obra, es toda suya. Nosotros no tuvimos nada que ver, incluso eligió él el elenco.
T: ¿Tendrá también producciones propias?
JJC: Sí, también cosas mías, que hablan de nuestra vida con humor y aunque sea un drama no te vas destruido. Ahora estoy trabajando en una obra sobre los que tenemos 60 y la estamos pasando mal con tanto cambio junto. Hay mucho humor en eso porque no damos pie con bola, estamos muy perdidos. Los cambios culturales te plantean un mundo nuevo que si no te avivás de cambiar inmediatamente generan problemas en las familias, entre los padres con las hijas. Yo creo que es el momento, está a punto caramelo la sociedad para eso. (Télam)
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