Una mudanza para escribir

Durante la entrevista con Télam, Iair Kon pide disculpas por una tos persistente. Cuenta que es el único estadio del coronavirus ya que está aislado desde que su hija menor dio positivo. Sin embargo, durante el proceso de escritura de “Ficus”, el autor recurrió a una “estadía” de escritura en la casa de otra autora: Raquel Robles.

-Télam: Esa necesidad de buscar otro espacio también se dio en vos, durante la escritura de la novela...
- Iair Kon: Sí. Fui a la casa de Raquel Robles en Parque Patricios. Yo creo que nos pasa a todos, estamos como encerrados en nosotros mismos. Yo doy clases de periodismo en la UBA y una de las cosas que digo siempre es que ningún texto puede ser entregado sin la lectura de otro. Hay un diálogo que se tiene que establecer con el texto más allá de uno. Por eso necesitamos dialogar o, por lo menos, tener la presencia de un otro que nos permita confrontar o cotejarnos.
Lo que me pasó es que en un punto me sentía encerrado. Estaba en una especie de laberinto del que no podía salir y el cambio geográfico, pero también la proximidad de una lectora y una escritora como Raquel que no intervino más que escuchándome por momentos, para mí fue una especie de salvación.
-T.: ¿Qué es el “Ficus” del título, una referencia, un testigo que está allí en la vereda del espacio que habita Clara?
-I.K.: Aquí también hay algo que tiene que ver con la comunicación y es ese diálogo que establece el narrador con el ficus. Esa planta es una mirada exterior, por la que él siente no sé si respeto pero si coerción. Es una mirada exterior que en un punto también lo está juzgando. Incluso puede ser una especie de alter ego ese ficus también. Y al mismo tiempo, está esta cuestión de lo que sucede, con el ficus mismo que es ese poder destructor que tiene hacia abajo. Uno puede leerlo como poder destructor pero al mismo tiempo el poder de afirmación, de estar bien parado, pero diseminado sin importar lo que haya. Y hacia arriba todo lo bueno, todas las ramificaciones posibles con sus nudos.
-T.: Junto al concepto de huida está la necesidad de evocar ciertos lugares...
-I.K.: Ahí se puede encontrar un punto de encuentro de lo que sucede con el confinamiento de la pandemia. Algo que sucede en el encierro, que es la necesidad de salir, y la posibilidad está en la memoria o en la imaginación. Por algún lado salís, pero también hay salidas que están más en la mente que en otro lado. Está esa nostalgia de un mundo idílico, de algo que parecía perfecto y a lo que ya no se puede volver. Y eso inevitablemente está fuera de ese departamento.
(Télam)