Hace treinta años, los investigadores Elizabeth Jelin y Pablo Vila iniciaron un proyecto para testimoniar la vida cotidiana de los sectores populares en la década del 80 que avanzó en el tiempo guiado por la audacia de vincular las herramientas de las ciencias sociales con la potencia del arte: el resultado derivó en "Podría ser yo", un libro que vincula testimonios con imágenes de la reconocida fotógrafa Alicia D'Amico y que acaba de ser reeditado con la inclusión de nuevas indagaciones.
Allá por 1987 la Argentina transitaba los primeros años del retorno a la democracia después de la más brutal dictadura de su historia y la agenda de las ciencias sociales daba cuenta de la incipiente organización de los movimientos sociales y los avances en la reconstrucción del tejido social e institucional.
En ese escenario irrumpe la voluntad de Jelin y Vila de llevar adelante una investigación heterodoxa sobre la vida cotidiana de los sectores populares tomando como disparador las fotografías de D'Amico para abordar un complejo trabajo de campo que tuvo lugar entre 1984 y 1986 con visitas a clubes, barrios populares y asociaciones ubicados en distintos sectores de Capital Federal y Gran Buenos Aires.
"El disparador del libro fue la intención de hacer un abordaje distinto desde la investigación sociológica sobre la vida cotidiana de los sectores populares urbanos. Queríamos salir un poco de los abordajes clásicos del tema y generar algo que tuviera un valor testimonial, que eludiera la cosa más académica de las estadísticas y la teoría sociológica", destaca Jelin a Télam.
"Queríamos establecer un cruce entre el campo del arte y las ciencias sociales y se nos ocurrió que sería interesante el ejercicio de mirar imágenes y generar reflexiones a partir de ellas. Por eso la convocamos a Alicia D´Amico y le propusimos tomar las fotografías de distintos barrios y espacios que luego sirvieron para generar diálogos acerca de cómo quienes los habitaban se percibían y en qué medida se sentían representados por ellas", explica.
Uno de los aciertos del ensayo es la elección del nombre, "Podría ser yo", una manera de enfatizar los grados de implicación entre el lector y las personas que aparecen representadas en las fotos: "El título surgió un poco de la identificación que generaban las fotos, algo que se dio incluso con gente que pertenecía a otra clase social. Me parece que esto se da porque la vida cotidiana que reflejan las imágenes trasciende aspectos de la clase social y genera identificación. Creo que la decisión de incluir fotografías para el trabajo de campo le dio un valor agregado muy fuerte al libro", indica Jelín.
Las icónicas imágenes tomadas por una de las fotógrafas argentinas más importantes del siglo XX fueron el punto de partida para cosechar testimonios sobre las sensaciones e interpretaciones que las fotografías provocaban y a la vez para indagar en las formas de autopercepción a partir de las diferencias entre la realidad retratada en las fotos y las experiencias cotidianas de los retratados.
"Una de las cosas que más llama la atención de los testimonios es que hay poquísimas referencias a lo que había provocado la dictadura tratándose de un período en el que la recuperación democrática llevaba apenas dos años. Lo que aparecen, en cambio, son muchas referencias a las promesas y a los incumplimientos de la democracia", analiza Jelín.
La doctora en Sociología por la Universidad de Texas e investigadora del Conicet rememora también las resistencias que el trabajo generó entre sus pares: "A muchos de nuestros colegas el proyecto les resultó muy extraño y lo tomaron como una chifladura mía más. Algunos de ellos que trabajaban en barrios privados como alfabetizadores o educadores les parecía quera un libro que no se adecuada a la realidad que vivía la gente o que no ofrecía soluciones, pero también recibimos un montón de testimonios de instituciones que lo empezaron a incorporar como material de estudio", señala Jelin.
"Pero lo cierto es que el trabajo tuvo una circulación interesante que lo llevó a ser discutido no solo en barrios periféricos sino también en algunos pueblos de la provincia de Buenos Aires como Arrecifes, en distintas bibliotecas y espacios culturales... y hasta se realizaron exposiciones acompañadas de debates, como la que se hizo en el Centro Cultural Recoleta", relata.
Veinte años después de esa rica experiencia de campo, Jelín y Vila decidieron retomar la investigación y volvieron con la secuencia de fotos a algunos de los sitios que habían visitado e incluyeron algunos nuevos: así surgió una nueva trama de entrevistas que permite amplificar los propósitos del proyecto original y que engrosa la versión ampliada y enriquecida del libro que acaba de publicar el sello Asunción.
"En 2005 realicé junto a otras investigadoras un proyecto a partir de fotografías de grupos originarios del Chaco y eso funcionó como una excusa para volver a recuperar fotos y textos del trabajo que habíamos hecho y a la vez para nuevas salidas de campo a lugares del Gran Buenos Aires a los que no habíamos ida veinte años años", relata Jelín.
"La idea de volver a los barrios o a determinados espacios, como la Sociedad de Fomento El Trébol, tuvo un contenido emocional muy fuerte porque en los veinte años que mediaron entre la primera visita y ésta, no habíamos tenido ningún contacto con toda esa gente", resume.
Jelín sostiene que "observar que algunos aspectos se mantenían inalterables veinte años después fue muy fuerte. Por ejemplo, no provoca lo mismo observar las fotos donde se ve retratada la pobreza un par de meses luego de la toma que volver a verlas después de dos décadas. Eso marca un contraste porque a mediados de los 80 prevalecía la expectativa de salir de la pobreza en un futuro más o menos cercano pero el hecho de constatar que esa situación se mantuvo en el tiempo hizo que desaparezca en los entrevistados la esperanza en un futuro mejor". (Télam)