Pusimos en agenda el aborto y los politicos no tuvieron otra alternativa que vernos

La escritora Valentina Vidal, autora del libro de cuentos "Fondo blanco" y de la novela "Fuerza magnetica", relata en primera persona un episodio de violencia obstetrica que ilustra los padecimientos a los que son expuestas las mujeres que han

D-Interés 30 de diciembre de 2020 Agencia Télam
La escritora Valentina Vidal, autora del libro de cuentos "Fondo blanco" y de la novela "Fuerza magnética", relata en primera persona un episodio de violencia obstétrica que ilustra los padecimientos a los que son expuestas las mujeres que han perdido un embarazo, y en paralelo la espiral de miedo, culpa y silencio que atraviesa a quienes deciden someterse a un aborto bajo la imposición de la ilegalidad.
A continuación se reproduce el texto de la autora:

Pienso en el maltrato que recibí en una conocida clínica de la CABA. Había perdido un embarazo buscado y las enfermeras me maltrataron porque pensaban que lo había abortado a propósito. Ya me lo había advertido el obstetra: te van a tratar mal y así fue. Después de hacerme el legrado, me dejaron en una habitación que estaba en el piso de maternidad con escarpines en la puerta, y me apretaron las muñecas tanto que se me pusieron las manos violetas. Me acuerdo que esa crueldad me llevó a pensar en las que sí elegían abortar, por los maltratos que pasarían. Pensé también en las amigas que acompañé a lugares poco preparados de los que salieron con infecciones y con la tristeza que trae el silencio, la clandestinidad, y el miedo a ir presas por querer decidir.
Creo que esta es una batalla ganada a quienes traspasaron y quieren seguir traspasando los límites de nuestros cuerpos que siempre han sido territorio de disputa. Hasta ahora para abortar si querías hacerlo con ciertos resguardos higiénicos y sanitarios, empezaba una larga cadena de mensajes para ver quién conocía a un médico que realizara esa intervención hasta dar con ese número de teléfono. Después seguía el tema del dinero: pedir prestado, que lo paguen los padres del chico, tus padres, juntar entre los amigos, todo en completo silencio para unos pocos y para el negocio de la clandestinidad. Pero esto sucede cuando hay cierto beneficio de clase, cuando se puede. Las que no tienen acceso a estas herramientas lo hacen con agujas, perchas, perejiles, y terminan con infecciones que en muchas ocasiones las lleva a morir desangradas en la salita de algún hospital. Me pregunto si los que están en contra tienen idea de lo doloroso que es morir por un aborto mal hecho. Los calambres que se tienen en el útero, en los ovarios. Me pregunto cómo es posible que piensen que el cuerpo de una niña está listo para maternar. Por qué creen que una mujer que no quiere ser madre tiene que serlo. Me pregunto también, muy fuerte y claro, por qué tanta hipocresía si los abortos se hacen igual.
La legitimidad del aborto se dio a partir de que millones de nosotras salimos a las calles de todo el país. Se empezó a hablar en los medios, en las familias, se puso arriba de la mesa algo que venía ocurriendo desde siempre pero que nadie quería mirar porque daba miedo y le restaba votos a cualquier político. Nosotras pusimos en agenda el aborto legal seguro y gratuito, y los políticos no tuvieron otra alternativa que vernos
(Télam)
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