Mariana Enriquez en la Feria: una noche donde la literatura asumio el fanatismo de una rock star

Con cientos de personas que no pudieron entrar a escucharla por la capacidad reducida de la sala Victoria Ocampo, la escritora Mariana Enriquez inauguro hoy el Dialogo de Escritores y Escritoras, el evento mas literario de la

D-Interés 04 de mayo de 2022 Agencia Télam
(Por Milena Heinrich) Con cientos de personas que no pudieron entrar a escucharla por la capacidad reducida de la sala Victoria Ocampo, la escritora Mariana Enríquez inauguró hoy el Diálogo de Escritores y Escritoras, el evento más literario de la Feria Internacional del Libro, y compartió algunas reflexiones sobre el género y los tropos que le interesan de las problemáticas sociales, su relación "juguetona con la ficción" y eso que la impulsa a escribir crónicas, cuentos y novelas: "Escribo para no quemarle la cabeza a la gente", confesó.
Falta media hora para que comience la charla de la autora de "Nuestra parte de noche" y el primer piso del pabellón blanco, está lleno de gente. "Somos todos fans enloquecidos", le dice a una amiga una de las tantas chicas que espera resignada un lugar en la sala Victoria Ocampo, donde unos minutos más tarde Mariana Enríquez será ese fenómeno de devoción que solo sienten los fanáticos, un término que le es ajeno a la literatura y está más cercano al universo de la música. Como la propia autora, sus lectoras y lectores se nombran así: es agradecimiento, es pertenencia, es elección.
"Viajamos una hora para venir hasta acá", "¿no podemos mirar con la puerta abierta aunque sea?", "¿sabés si va a firmar?", se sigue escuchando en la fila desordenada de La Rural, un atestado pasillo donde el aire escasea con los pesados abrigos de una tarde fría y donde cada vez se vuelve más tensa la situación con los guardias de seguridad y con el chico que habilita los ingresos, que repite una y otra vez que solo ingresan quienes tienen número. En el tumulto, los que tuvieron la suerte de dar con el numerito unas horas antes levantan la mano con el papel de la victoria. El resto, se queja de la falta de información previa, pero elige esperar: no podrán escucharla en la apertura que Enríquez comparta con la escritora, docente e investigadora Elsa Drucaroff, pero al menos dos horas después tendrán su firma, luego de una larga fila en el firmódromo y ya de noche.
En formato conversatorio y con preguntas, a sala llena evidentemente, con algunas personas paradas en el fondo, Enríquez inauguró el Diálogo de Escritoras y Escritores, que hasta el próximo 6 de mayo ofrecerá paneles literarios sobre distintos temas que cruzan narración con drogas, marginalidad, amor feliz. "Mariana tiene un radar artístico para captar los traumas, las fobias, el inconsciente colectivo de una época. Ahí reside un talento poderoso", la presentó Drucaroff ante un público atento, silencioso y ovacionador cuando los tiempos de la charla invitaban para el aplauso y los silbidos. Cuando no, silencio absoluto.
"Siempre te leyó gente joven", la convocó Drucaroff y Enríquez con su calmado tono de humor negro, despojado, incorrecto, el mismo que mantuvo durante toda la charla plagada de anécdotas y detalles, respondió: "No sé, pero mejor. Cuando escribí ´Bajar es lo peor´ lo escribí pensando en mi generación. Leía mucho pero lo que no encontraba eran escritores que estuviesen hablando de lo que nos pasaba a nosotros, a la gente de nuestra edadÂ… sensación de falta de futuro, calle, intoxicación".
La autora contó que empezó a escribir a los 17 años, en pleno menemismo. Repartía sus escritos como en folletines de pocas páginas para sus amigos que no eran lectores y a ella tampoco le importaban los escritores, ni los conocía, ni los respetaba. "No sabía nada", dijo sobre ese tiempo que se refleja en su primer libro, "Bajar es lo peor", que ubica temporalmente a principios de los 90. "Eran un montón de chicos silvestres, haciendo lo mismo que hacían sus padres: lo que podían. Yo creo que algo de eso quedó en mi sensación de desamparo", reflexionó.
A propósito del género terror y la relación con la juventud, dijo: "Pasé de escribir libros generacionales sobre jóvenes a escribir un género que suelen leer los jóvenes", aunque advirtió que "la imaginación no tiene que ver con la edad" y cuestionó por qué a los 18 no se puede leer "El señor de los anillos" pero sí "un libro de una señora que limpia casas".
"Tengo una relación muy juguetona en la ficción" sostuvo y consultada por el miedo en la escritura aseguró que cuando escribe lo hace "divertida", "para nada" con miedo. En cambio, confesó: "sí tengo miedo cuando me sale un lunar medio raro y pienso que moriré de cáncer. No tengo miedo de la gente porque no me doy cuenta de la gente. Tengo miedo a un montón de cuestiones pero cuando llegan al papel no les tengo miedo".
Drucaroff la definió como una escritora que no es indiferente al "dolor social" y le preguntó sobre esa preocupación en su obra, a lo que Enríquez respondió: "Durante mucho tiempo quise escribir terror pero no sabía sobre qué. Miré a Stephen King para ver qué es lo que hace, me lo puse a leer en ese sentido. Entonces ahí pensé 'Puedo hacer cuentos de terror pero con cosas que nos dan miedo en nuestra cultura y como cuerpo femenino'. Son tropos que andan por ahí y que hay que sintonizarlos un poco".
Sobre cómo siente que la leen afuera, donde está siendo muy leída y premiada, Enríquez dio una definición a partir de la premisa de que lo intenta es "escribir género", más allá de todo el resto: "El contenido es argentino, latinoamericano y marianístico. Pero lo que yo quiero que lean es un cuento de terror. Y hay cuentos que son sociales y otros que no" o que "podrían transcurrir en cualquier lado".
En este punto sostuvo que "nosotros somos lectores en el Río de la Plata, nos formamos con traducciones y creo que hay algo de eso en lo que escribo, esa especie de filtración de distintas literaturas", consideró sobre esos autores que se cuelan, como Baudelaire, Faulkner o el romanticismo. Y agregó: "No es un afán antropológico, si no por cosas que son cercanas. Yo tengo acá a San La Muerte porque mi familia de Corrientes es fan".
Luego de una charla en la que la escritora contó las dificultades de construir narradoras mujeres, sus paseos por cementerios, sus fanatismos y obsesiones, hubo un intercambio brevísimo de preguntas con el público. "Ay que nervios" dijo una de las interlocutoras de la sala cuando se paró para preguntarle, a lo que la autora le respondió generosamente con un "tranquila" como si en ese auditorio estuvieran ellas dos y no otras 200 personas.
"¿Qué te motiva a escribir?", le preguntó otra lectora. "Yo necesitaba urgentemente trabajar y por eso estudié periodismo. Yo quería entrevistar a estrellas de rock, ningún interés en escritores. Tenía 17 años hermano, qué te interesa a esa edad", contestó.
Y agregó: "Yo escribo no ficción, cuentos y novelas, por ahora. En el caso de las crónicas, en general, eso tiene que ver con el periodismo, y las obsesiones. En los cuentos es la idea. Cuando me dicen ´porque en el cuento Silvina´(por un personaje) para mí es un punto negro, una s, porque para mí un cuento es una idea, o una imagen, no un personaje. Y en las novelas la obsesión son mis personajes, estoy pensando en el pantalón que está usando, incluso escribiendo diálogos que después no uso".
"Tengo suerte de que me gustan muchas cosas", dijo también la escritora y se refirió a música, cine, películas, series. "Lo que me obsesiona es ir a ver el cuadro de (Edvard) Munch, eso es lo que me pasa, es total entusiasmo. Obsesiones personales que terminan chocando con mi cabeza y las tengo que sacar porque si no te quemo a vos, o llamarte a las tres de la mañana. Escribo para no quemarle la cabeza a la gente".
Con el reloj que apuraba la hora y sabiendo que todavía faltaría mucho para el cierre de la jornada, Enríquez prometió ir a firmar los libros al "firmódromo de las vacas", y mientras las puertas de la sala se abrían algunos empezaban a aumentar la velocidad y después a correr por las escaleras con rapidez, junto a todos esos otros fans que no pudieron entrar pero que se quedaron esperando "al menos verla pasar". La avalancha de la literatura fue de la juventud y del terror. (Télam)
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