Maldon, una empresa familiar de juegos de mesa creativos, que expande la oferta de la Feria

La fabrica de juegos Maldon, fundada hace doce años por los hermanos Candelaria y Agustin Mantilla, comenzo a partir de la decision de un cambio de vida y de una apuesta a dedicarse a una actividad que ellos disfrutaban en

D-Interés 03 de mayo de 2022 Agencia Télam
(Por Leila Torres) La fábrica de juegos Maldón, fundada hace doce años por los hermanos Candelaria y Agustín Mantilla, comenzó a partir de la decisión de un cambio de vida y de una apuesta a dedicarse a una actividad que ellos disfrutaban en familia: jugar juegos de mesa. Con ilustraciones de dibujantes reconocidos de Argentina y un gran proceso de producción, la iniciativa ofrece juegos de todo tipo -desde memoria, estrategia y velocidad hasta música, cine y fútbol- y es una de las propuestas con las que la Feria del Libro diversifica su perfil para ofrecer iniciativas complementarias a las que genera la industria editorial.
“Maldón es una palabra lúdica, cuando uno juega y reparte mal, se dice ´Maldón pasa la mano´, así se ve que se repartió mal y hay que empezar de vuelta. Viene de ahí”, explica Candelaria Mantilla sobre el nombre de la fábrica de juegos que fundó con su hermano. Los integrantes del equipo son dieciséis. Sin embargo, si Maldón se pudiera condensar en una sola persona “sería una persona curiosa, bastante estratégica y a quien le gusta reírse y divertirse con gente”, analiza Mantilla en diálogo con Télam.
Luego de dos años interrumpidos por la pandemia, Maldón pudo regresar a la Feria del Libro de la mano de la editorial Común. “Nosotros somos amigos de sus creadores, ellos venían a la feria y nos sumamos porque creemos que el público del libro y el público del juego de mesa son muy afín”, explica por su parte Agustín Mantilla.
“La pandemia fue un arma de doble filo para nosotros. En principio porque al estar todos encerrados te complica toda la parte operativa, pero al mismo tiempo las personas se cansaron del entretenimiento de las pantallas y buscaron otras cosas. Y eso llevó a querer probar o redescubrir los juegos”, reflexiona sobre los altibajos del primer momento de la emergencia sanitaria.
“Pasó que mucha gente nos descubrió y volvió a jugar, recordó que es divertido y que es diferente a ver una película o jugar en la PlayStation. Entonces eso nos jugó a favor”, acota.
El regreso a la Feria del Libro después de dos años es un hito que permitió encontrarse cara a cara con los interlocutores y destinatarios de sus iniciativas: “Venir a la Feria es una gran oportunidad. Que esté acá, por ejemplo, Agustín contando cómo funciona un juego es buenísimo, porque le explicás a la gente de primera mano”, indica Candelaria.
Los hermanos Mantilla vienen de una familia “muy fanática de los juegos”. Un día, decidieron dedicarse a eso que los apasiona. “Pensamos primero ‘El eruditoÂ’ y una semana antes de lanzarlo dijimos ‘Che, pensemos una marca, no vaya a ser que se venda, así podemos hacer más’”, recuerda Candelaria.
No esperaban que el primer juego tuviera el éxito que finalmente logró. No venían del rubro de la juguetería así que la decisión de dónde venderlo fue un desafío. “Antes de Maldón, estudié publicidad y trabajaba en agencias. Y Agustín trabajaba en el sector de telefonía y tecnología -cuenta la voz femenina del emprendimiento-. En ese momento fuimos a las librerías y como el juego estaba ilustrado por Liniers, nos sirvió de enganche para entrar. Ese fue nuestro primer lugar de venta”, acota.
"El erudito", el primer juego lanzado por el emprendimiento de los hermanos Mantilla en 2009, nació con la convicción de estar creando el juego de mesa que les hubiera gustado jugar. “Queríamos un juego también que tuviera un poco de timba, no vamos a mentir", confiesa Agustín. "El erudito" incluye casi mil tarjetas de preguntas y respuestas, y según el creador, “no son tanto de conocimiento académico sino más de razonamiento”.
“Las preguntas no están hechas tanto por tema sino por el formato, es como cruzar la información: por ejemplo, una de las consignas es ´ordene los siguientes deportes según el tamaño de sus pelotas. Y por ahí es información que el jugador tiene en su cabeza. ¿Basquet, golf, polo? Ahí empieza el debate”, continúa Candelaria.
También hay preguntas de aproximación, “donde aparecen cuestiones en las que nadie espera que sepas la respuesta -aclara Candelaria-. Por ejemplo, ¿cuántos kilómetros de costa tiene la argentina?”.
“En el momento de crearlo, todo lo que hacíamos se transformaba en pregunta -evoca-. Ibamos al quiosco y se nos ocurría: ¿cuánto pesa un alfajor? ¿Cuántas galletitas entran en un paquete de Chocolinas? La fuente de inspiración terminó siendo la vida. Literalmente”, dice la creadora de Maldón.
Cuando el juego estuvo terminado, lo probaron con su familia y ese día también estuvo el dibujante Liniers. “Ahí nos dijo que podía ilustrarlo”, recuerda Agustín. Luego, el juego comenzó a venderse y fue posible reunir inversiones. “Así que decidimos hacer otro juego: ´El melómano´, que fue el segundo, un juego de música”, explica. Meses después, empezaron a pasar muchos acontecimientos relacionados con el juego que ni Agustín ni Candelaria se hubieran imaginado: empresas, películas, revistas y diarios gráficos les encargaron nuevas creaciones.
A la hora de pensar juegos, hay muchos disparadores. “Hay algunos que salen porque a alguien se le ocurre una idea y hay otros juegos que salen por emulación de la vida real”, advierte Agustín. Por ejemplo, el titulado “El camarero”, que surgió de la inspiración cotidiana. “Cuando uno va a un restaurante, todos pedimos y el camarero trae todo bien sin anotar. ´El camarero´ es esa situación llevada a un juego”, explica y agrega que el juego consiste en “pedir un la entrada, un plato principal, un postre y después poner todo boca abajo. Luego, el jugador ya no lo puede ver y cuando empiezan a salir los platos de la cocina, el jugador tiene que ir sirviendo o devolviendo lo que no pidió nadie”.
Algunas veces pasó que hubieron juegos que no salieran como esperaban y fue necesario volver a tirar los dados: “Nos pasó que saliera mal, que la gente no entendiera la dinámica y se nos quedara mirando”, dice él. Antes de salir al mercado, los juegos de Maldón se prueban en la ofician, luego entre amigos y también gente especializada en probar juegos. “Sobre todo los reglamentos, que es la parte más difícil”, detalla él.
Aunque todos los juegos de la empresa se reimprimen, hay algunos que tienen más éxito que otros. Por ejemplo, "El erudito", "El camarero" y "Shiki, lanzado el año pasado e ilustrado por Flor Kaneshiro, una chica con ascendencia japonesa que vive en el sur. "Ella hizo una acuarela de las 40 cartas. Quedó buenísimo y está saliendo un montón", cuenta Agustín entusiasmado.
Entre todas las características que hacen a Maldón, a lo mejor la que les da unicidad es la ilustración. “Queremos hacerlo lo mejor posible, que tenga calidad, que sea lindo, que según los casos tenga muchas tartas. Nos preocupamos mucho por que los materiales sean de la mejor calidad posible y que el contenido y la jugabilidad quede lo mejor posible. Creo que ahí se nota que somos muy fans”, reflexiona Candelaria.
Desde Liniers, Tute y Alberto Montt hasta “otros no tan conocidos pero iguales de buenos como Mariana Sabbatini y Robot Soda de México”, precisa Agustín, son muchos los ilustradores que pasaron por el emprendimiento. “Siempre intentamos que sean latinoamericanos porque tratamos de mantener esa identidad”, explica Agustín y agrega que su idea es llegar a diferentes partes de Latinoamérica. “Hoy en día nos están distribuyendo en Chile, en Dubai y en Guatemala”, cuenta.
Luego del lanzamiento de cada juego, la devolución de la gente no se hace esperar. “En redes nos escriben constantemente, la gente te asocia a la diversión que pasa con el juego. Me acuerdo cuando llegó el primer mail agradeciendo por los juegos. Hay gente que se toma el trabajo de escribir una carilla para eso”, se sorprende Candelaria.
“El año pasado hicimos una convocatoria para que nuestros seguidores propusieran el próximo juego de mesa, y seleccionamos la propuesta del juego ´Derby´. Es un juego que quedó muy divertido, sobre una carrera de caballos donde uno apuesta en secreto, entonces nadie sabe bien quién apostó qué. Le pagamos a los creadores sus derechos de autor y ellos están chochos, se llaman Adán y Benja”, cuenta Agustín.
“A todos los juegos le ponemos mucho amor porque es un orgullo enorme”, explica Candelaria y agrega que una vez que el producto está terminado, ver su materialidad y tenerlo en las manos significa “un maravilloso mimo al alma”. (Télam)
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