"La calle de los cines", nueva ficción de Marcelo Cohen, se reinstala en el Delta Panorámico, geografía inventada donde hace casi dos décadas transcurren los cuentos y novelas de este escritor, quien recorre nuevos territorios, como "un rito de viaje periódico a un lugar interesante que siempre se desea conocer un poco más, un lugar donde uno cree ver mejor cómo funciona el nuestro".

Teniendo a ese paisaje como continente, "La calle de los cines" vuelve sobre la Panconciencia que, en palabras de Cohen, es "una adquisición natural del cerebro humano que permite caer aleatoriamente en la conciencia de otro, enchufándose o autoinduciéndose, y percibir su percepción, pero también otros fenómenos de la conciencia, como un pensamiento intenso, una preocupación, una aflicción".

Ese Delta de ciencia ficción que comenzó a cartografiar en 2001 con el relato de "Los acuáticos", año de una de las crisis socio económicas más intensas de la Argentina, país al que había regresado en 1996 tras permanecer exiliado en Barcelona desde 1975 (plena dictadura), está compuesto por islas de río que tienen una configuración sociopolítica propia y cambiante y una lengua común: el "deltingo".

Respetuoso y eficaz, el libro da cuenta de cómo todo cambia y al fin nada cambia. Cambian algunas palabras, las tecnologías, pero las conductas humanas no, recuerda a eso de que "lo único que progresa con el paso del tiempo es la tecnología, el hombre no, siempre es el mismo" que se escucha al inicio de la interpretación de Luca Prodan de la canción "Años".

"Algo de eso hay -concede Cohen-, pero no exactamente. Cambian las superficies, lo que se ve, se huele, nos pega o nos invita, las formas de las ciudades, los trabajos; cambiamos nosotros y cambian las relaciones. Pero también sucede que esos cambios se repiten, con leves diferencias, y hay algunas piedras con que la humanidad vuelva a tropezar".

"Y creo que todas las modernizaciones periclitan tarde o temprano -remata-. En el Delta Panorámico ya pasaron tantos siglos de modernizaciones que muchas quedaron olvidadas cuando para nosotros serían futuro y otras subsisten mientras que para nosotros ya son pasado. Y, sólo un poco más que para nosotros, a nadie le interesa la historia".

(Télam)