Incardona: “El Conurbano fue una puerta inesperada a la literatura”

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D-Interés 24 de enero de 2021 Agencia Télam
Juan Diego Incardona nació en Buenos Aires en 1971, se crió en la localidad de Villa Celina, perteneciente al partido de La Matanza, y tomó a ese barrio como disparador de una saga compuesta por "Villa Celina", "El campito", "Rock barrial" y "Las estrellas federales" en las que logró tomar al barrio como disparador para formar un universo literario que trascendió al original y de este modo logró alejarse de los estereotipos y de los sellos realistas.

"Una vez me atropelló un auto a ocho cuadras de la General Paz, por suerte zafé, estuve un mes en cama, no fue para tanto pero me acuerdo que los vecinos iban contando la historia de un chico que fue atropellado y en cada cuadra me iban sacando partes del cuerpo, me sacaban brazos, piernas. Una cuadra antes de la General Paz quedé inconsciente y ya era un torso. O sea que en el relato exagerado de los vecinos y en la hipérbole del teléfono descompuesto los vecinos me terminaron matando", recuerda el autor de "La culpa fue de la noche".

Sobre cómo se suele narrar ese territorio, las formas de narrar que le imprimió y su búsqueda por narrarlo "ni como algo costumbrista ni como algo folclórico", el escritor habló en esta entrevista.

-T: Se habló por estos días mucho del conurbano a partir de una nota de Pablo Sirvén en La Nación. Sos del conurbano, escribiste y escribís sobre el conurbano. ¿Qué creés que aporta la literatura para repensar, narrar y complejizar un territorio tan amplio y diverso como el conurbano bonaerense?

-J.D.I.: Me enteré de ese adjetivo "africanizado". Además de ser una falta de respeto, dista mucho de la realidad, el conurbano tiene una riqueza cultural que es realmente enorme, conviven inmigrantes de diferentes lugares, le da un carácter muy babélico al lugar. En mi barrio en los 80, 90 el tano, la gallega, los paraguayos, los bolivianos le daban al lugar un colorido y una riqueza muy mezclada que siempre fue hermosa e implicó una experiencia muy intensa.

Así que todo lo que etiquete o sea reduccionista, además discriminador y prejuicioso, muchas veces se filtra en los medios de comunicación aunque ahora haya quedado expuesto en esa nota. Ya lo dije muchas veces: si el conurbano bonaerense aparece en un noticiero es porque hay un hecho de inseguridad y no por otra cosa. Sabemos que eso existe y el estigma que tiene el conurbano es que es el lugar del drama de la inseguridad. No hay otra cosa en los medios de comunicación. La literatura en un momento fue una oportunidad para echar luz sobre otros aspectos.

-T: ¿Cómo pensaste inicialmente esa Villa Celina que querías contar y cómo se fue transformando después?

-J.D.I: No quería contar una Villa Celina que fuera todo robos extorsivos, violaciones porque para eso el lector puede prender el noticiero. Quería contar otras historias que tuvieron que ver con mi vivencia en el conurbano y que tienen que ver con la solidaridad, con la amistad, con las tradiciones cooperativistas, las comunitarias. En el conurbano también pasan cosas hermosas y obviamente no podemos definirlo solamente con un adjetivo al pasar. Nadie puede definirlo. Para mí, el conurbano no solo significó una vida, una formación, una infancia, una juventud sino también fue una puerta inesperada a la literatura.

En un momento empecé a escribir sobre mis años en Villa Celina y después se abrió un universo al cual tengo mucho que agradecerle porque me permitió escribir muchos libros y disfrutar de la escritura y de la literatura. En un punto fue vivir para contarla y, en mi caso, eso fue totalmente ligado al conurbano. Pero no como algo costumbrista o folclórico porque en la literatura abundan los ejemplos donde a veces los universos literarios están anclados en un lugar, en una localidad, en una región pero siempre son excusa para hablar de otra cosa.

Los barrios también son universales, eso no implica que sea algo localista. En la literatura de América, hay muchos ejemplos de ciudades y regiones que se desarrollan para pensar un montón de otros temas. Cuando pienso en mi Villa Celina me gusta pensarla en la tradición de las ciudades inventadas como Macondo o como Santa María de Onetti, la Comala de Rulfo.

Mi Villa Celina partió de algo real pero después empezó a cobrar vida propia. Ya estamos acostumbrados a ese tipo de apreciaciones que estigmatizan a los que van a las universidades del conurbano porque no tiene sentido que vayan a estudiar, por ejemplo. El conurbano es un lugar de asfalto y de pasto donde se ve el cielo, donde la gente se junta, hay amigos, amor, problemas, marginalidad, pero también victorias todos los días y donde hay mucha belleza. (Télam)
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