"Late un corazón" es el libro en el que I Acevedo combina cartas personales, con entradas de un diario íntimo y ensayos que dan cuenta de un proceso de transformación del que es protagonista, y en el que encuentra una nueva forma de percibirse, atravesada por su vínculo con la literatura.

En las primeras páginas del libro publicado por la editorial Rosa Iceberg, Acevedo anuncia que cierra "un ciclo de veinte años de escritura", que "escribir es romper la clandestinidad" y, desde esa convicción, enhebra el relato del itinerario en el que encontró una nueva identidad: I.

Su universo irrumpió en la literatura argentina con títulos como "Una idea genial", "Quedate conmigo" y "Jajaja", bajo la firma de Inés Acevedo. En esta entrevista con Télam, I asegura que "hay muchas formas de cambiar el nombre: hay gente que decide ponerse el que hubiera elegido, otros arman un juego de palabras, porque ese nombre cambia pero no desaparece".

"Cuando era chico, una amiga me decía I -relata-, entonces I es un nombre familiar. En un momento me di cuenta de que siempre fue mi nombre en Instagram. No me parece bien negar el pasado, no me gusta la gente que lo hace".

-Télam: ¿Podemos decir que el libro da cuenta de un proceso?

-I Acevedo: Sí, el primer cuento es el último que escribí. Cada uno fue escrito para algún tipo de lectura o evento y en dos años se fueron haciendo solos. En esas presentaciones reflexionaba sobre lo que me estaba pasando. Empecé a juntar algunos y sumé los diarios que están al final. Hay varias cartas que llegaron a los que asistieron a esas lecturas antes que a las destinatarias.

-T: Al igual que en "Jajaja", hay una impronta de oralidad que imprime un tono especial a su narrativa.

-I.A.: Eso es importante porque la literatura no trata solo de libros. Me crié escuchando cuentos, por eso creo que lo que escribo siempre tuvo esa impronta. En la historia de la humanidad, la literatura es oral. De hecho el título del libro, "Jajaja", es un epígrafe de un texto de Juan Diego Incardona, "El campito", y es un tango.

-T: "Late un corazón" da cuenta de un proceso entonces, pero también de algo que está abierto.

-I.A.: En uno de los cuentos la pregunta es si será la última vez que se vayan a usar los determinativos femeninos, y no hay respuesta. Ahora uso los determinativos masculinos pero no me considero un varón, no me gustan las categorías, prefiero las no binarias. Uno puede tener intenciones pero después pasa otra cosa y eso sucede mucho en la literatura, querés hacer una cosa y te sale otra. La literatura tiene ese poder: el que lee se transforma.

-T: Hay dos formatos que predominan en el libro: la carta y el diario.

-I.A.: Tengo diarios desde los 15 y los sigo. Es un género que me encanta. La carta la usé porque aproveché algunos temas que fueron disparadores para encontrar qué quería decir. A esas personas a las que les escribía les quería decir algo y se derramaba bastante texto a partir de eso. Es tramposo porque es obvio que esa carta va a ir convirtiéndose en un texto, pero no se oculta que es una excusa de escritura.

-T: ¿Qué lecturas funcionaron como disparadores o lo acompañaron en la escritura?

-I.A.: "En breve cárcel" de Sylvia Molloy, que es un libro hermoso y toda una reflexión sobre la memoria. Me fue generando preguntas por cómo la autora narra las situaciones de dolor, su memoria. Cuando empecé el libro estaba leyendo los diarios de Piglia, hay algo ahí que me conmueve: el 24 de marzo de 1976 cuenta que va a una biblioteca y se queda encerrado. Se guarda adentro de los libros. La literatura ayuda a mucha gente a sobrevivir, la gente se aferra a los libros.

-T: Si tuviera que definir este libro, ¿cómo lo haría?

-I.A.: Si bien voy a seguir escribiendo, si por alguna razón no escribiera más nada, me quedaría muy tranquilo porque acá pude decir todo lo que creía más importante. También es un libro que rompe bastante con el género cuento.

Hoy en día nadie puede escandalizar a nadie, pero hay un pequeño escándalo: el género cuento está intervenido por otros géneros. "Late un corazón" habla de una transición medio insaciable y también va haciendo variaciones del género cuento. No hay ningún superstar de la literatura que no haya escrito cuento. No hay ningún gran cuentista, Arlt, Borges, que no haya producido una crítica sobre la realidad social, política, que no haya tenido producción ensayística o que no haya tenido giros como Hebe Uhart, de 180 grados, que se fue hacia la crónica. Me dijo que lo hizo porque no tenía más nada que decir, que se había acabado su inventiva. Sin embargo siguió publicando libros que son de lo mejor. Con referentes tan grandes está bueno haber podido hacer esto que tiene que ver con algo más propio y con la literatura con la que me alimenté.

-T: ¿En qué está trabajando ahora?

-I.A.: En terminar mis diarios pero sin mucha urgencia, dando talleres. Estoy recopilando ensayos, presentaciones que escribí para libros de autoras como Uhart, Marina Yuszczuk, Maga Echebarne, Delfina Korn, Gaby Bejerman, Paula Peyseré. Es un formato que me gusta. (Télam)