Fanti: Todos tenemos un mundo para contar y me parece bien que le demos lugar a eso

Los dos libros de Cecilia Fanti se ubican en el genero autoficcion y la escritora afirma que es lo que la interpela, es el genero en el que se ubican las autoras que la apasionan y a las que cita varias veces durante la charla: Vivian Gornick,

D-Interés 19 de diciembre de 2020 Agencia Télam
Los dos libros de Cecilia Fanti se ubican en el género autoficción y la escritora afirma que es lo que la interpela, es el género en el que se ubican las autoras que la apasionan y a las que cita varias veces durante la charla: Vivian Gornick, Natalia Ginzburg o Lucía Berlin.

-T: ¿Cómo te interesa pensar la autoficción?
-C.F.: Es un género que circula muchísimo, que muchos tomamos la decisión de explorar y sin embargo es recontra vapuleado. Es un género menor sin ser menor y que así sea me parece que le hace justicia al mundo que narramos las mujeres en general. Por ejemplo, "Manual para mujeres de la limpieza", de Lucía Berlin, donde tenés un arco que incluye el mundo de las mujeres, de los hijos, de la tercera edad, no es leído como autoficción. Estamos en un momento de géneros híbridos y cuando se habla de autoficción pareciera que importa más la vida de esa persona que el artefacto que crea a partir de su escritura. No leo ciencia ficción, no es un género que me interpele. Me interesa mucho la autoficción, los ensayos personales.
Me gustan esas primeras personas potentes, las primeras personas de la ficción también. Por ejemplo, "Una muchacha muy bella" de Julián López no es una autoficción, es una novela y esa primera persona es increíble. Que haya partido de mi experiencia para contarla le importa al círculo que me conoce. Pienso en las escritoras que me encantan: Gornick, Didion y nadie se animaría a decir que no es literatura o que es una literatura menor. O "Mi libro enterrado" de Mauro Libertella. Hay muchísimos ejemplos donde se pierde de vista cuál fue el puntapié para el artefacto resultante de esa experiencia. Parto de mi vida, después está el extrañamiento producto del lenguaje, el robo a experiencias ajenas, la contaminación que uno va haciendo en el proceso mismo de la escritura. Publiqué dos libros de autoficción y estoy trabajando en un tercero que es una autoficción un poco más amplia porque explora el mundo perdido que es el de la colonia rural en la que nació y se crió mi madre. Es un proyecto que está super avanzado que se publicaría en 2021 por editorial Planeta. Me interesa partir de ahí. Hoy son los temas que me obsesionan, los que tienen que ver con una literatura vital.
Todos tenemos un mundo para contar y me parece bien que le demos lugar a eso. Maxi Crespi decía "que te haya pasado algo terrible no lo convierte en literatura" y es cierto. Creo que Maxi pinchaba para pensar cómo hay anécdotas muy pequeñas contadas maravillosamente, como el festival de malambo de Leila Guerriero en "Una historia sencilla", y hay historias geniales y el resultado del libro no está a la altura de la anécdota. Cuando escribís algo automáticamente se va de vos. ¿El Borges de Bioy qué es? La gente que está en contra de la literatura del yo lo único que hace es citarlo a César Aira y él está en su casa escribiendo y publicando libros, entonces publiquen y dejen de quejarse por lo que se está publicando.
-T: ¿Cómo funcionó la carrera de Letras a la hora de escribir?
-C.F.: En el secundario me recibí de perito mercantil y tuve literatura hasta 4º año, todo lo que leía era por mi cuenta. Entré a Letras un poco rezagada y por otro lado, en una de las primeras clases de teoría y análisis literario, un profesor dijo "acá el que no leyó a 'Madame Bovary', 'La guerra y la paz' a casa, a internarse a leer el fin de semana". Eso era estresante para alguien de 18 años y estaba viendo qué le gustaba. Letras es el lugar indicado para recibir las herramientas para aprender a leer críticamente, para aprender a armar hipótesis de lectura y, por lo tanto, de escritura. Es una carrera que te enseña a pensar mejor pero la verdad es que empecé a escribir más suelta cuando la terminé, cuando decidí que lo mío no era el campo académico, cuando empecé a asistir a talleres y a leer a mis contemporáneos. Descubrí muy tarde la poesía de los 90 porque había que leer a los clásicos. A Fabián Casas lo descubrí en el 2008, por ejemplo. Renegué mucho de Púan en algún momento pero me di cuenta que fue fundamental para mi escritura y para mi trabajo como librera. (Télam)
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