Berti: Me pregunte como es llevar una vida cotidiana en un ambito donde la muerte es omnipresente

Ante la propuesta de trabajar en una residencia medico-literaria en la ciudad natal de Gustave Flaubert, hijo de un antiguo director de la Escuela de Rouen, Eduardo Berti acepto y se dispuso a compartir dos o tres semanas en un hospital de esa

D-Interés 13 de noviembre de 2021 Agencia Télam
Ante la propuesta de trabajar en una residencia médico-literaria en la ciudad natal de Gustave Flaubert, hijo de un antiguo director de la Escuela de Rouen, Eduardo Berti aceptó y se dispuso a compartir dos o tres semanas en un hospital de esa ciudad francesa pero ese tiempo se extendió y el proyecto se convirtió en un libro: "Una presencia ideal" que alude a la postura a tomar ante los pacientes en una unidad de cuidados paliativos.
"Tengo una hija de treinta años que también es médica y eso nos acerca. Con frecuencia le digo que los demás se equivocan cuando aseguran que un buen profesional debe encontrar la distancia ideal con los pacientes. Le digo que lo que tenemos que encontrar es la presencia ideal", explica una médica.
El libro llega a la Argentina en una etapa de pandemia sin las restricciones del 2020 pero con el peso de las vivencias de tiempos de cuidados, temores ante la imposibilidad de la atención médica o ausencia de rituales para enfrentar los últimos días y la muerte de seres queridos. Sobre cómo se resignifica este trabajo en este contexto, Berti también habló con Télam en esta entrevista.
-T: Esta residencia fue en 2015, en un tiempo muy lejano al de la pandemia que todavía vivimos, más leve pero presente. ¿Cómo creés que se resignifica en este contexto este libro, teniendo en cuenta el estrés de los trabajadores y trabajadoras de la salud y la imposibilidad de despedida de sus familiares y amigos?
-E.B: La pandemia no solamente resignificó el trabajo del personal sanitario (creo que, en rasgos generales, la sociedad valoró mucho esto último en los tiempos de Covid), sino que también, alteró los ritos de despedida entre los enfermos y sus seres queridos. Y también puso a la muerte más en primer plano. A estas tres cosas yo añadiría que, cuando el libro salió en 2017, hubo algunos lectores, libreros o periodistas que no tuvieron empacho en decirme "lo siento, pero no voy a leerlo debido al tema que toca". Esto sigue ocurriendo tras la pandemia, pero a una escala mucho menor. Lo constato con la traducción al inglés, que acaba de salir en Estados Unidos, y con las dos traducciones al castellano: la que salió en España hace casi un año y la que ahora lanzó Compañía Naviera Ilimitada en la Argentina.
-T: Los textos están todos en primera persona, ¿siempre pensaste en ese formato o estuvo la posibilidad de presentarlos de otra manera?
-E.B: Desde un principio supe que me interesaba contar este mundo (el de una unidad de cuidados paliativos) desde la perspectiva del personal sanitario. Para la mayoría de nosotros, el mundo hospitalario es algo extraordinario: un lapso de nuestra vida en el que nos toca ser pacientes o acompañar a un amigo o a un familiar al que le tocó ser paciente. Lo interesante de esta otra perspectiva es que para el personal sanitario este mismo mundo es ordinario. Es su vida cotidiana. Mi libro se pregunta, justamente, cómo es llevar una vida cotidiana en un ámbito donde la muerte es omnipresente.
Pese a que hay ingredientes de ficción, pese a que hay un trabajo de escritura y de reelaboración, quise que el personal sanitario llevara adelante la narración. Poco después tuve la idea formal: una cadena de voces en primera persona, un libro donde cada una de las personas que conforman la unidad (médicos, enfermeras, asistentes, camilleros, personal administrativo, voluntarios) van tomando la palabra, como en ronda. Como digo en el prólogo, para esta forma me inspiró un libro llamado "Compañía K" cuyo autor, el estadounidense William March, peleó en la primera guerra mundial. March hace que cada uno de los miembros de esa unidad militar que él integró tome la palabra y cuente algo sobre su experiencia bélica. Muchos de ellos murieron en la guerra, de modo que March les concede algo así como una última palabraÂ… A mí me resultó muy interesante usar la misma estructura para presentar, un siglo más tarde, una unidad mayormente femenina (no masculina, como en el libro de March) que, a diferencia del ejército y su máquina de matar, sería más bien una máquina de aliviar la muerte y de calmar el dolor. (Télam)
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